En el editorial del día de la fecha “Tolerancia oficial a cortes de calle” el monopolio Clarín, con un enfoque visiblemente opositor, intenta instalar una de esas falsas verdades que lo que ocultan es la exigencia hacia el Gobierno Nacional del uso de la fuerza represiva para frenar las protestas de distintos sectores sociales.
Conocido es que en épocas del lock out de las patronales agrarias que incluían cortes de ruta y marchas afectando la libre circulación, el monopolio no se rasgo las vestiduras en defensa de tal derecho así como tampoco cuestionó la política de no reprimir manifestaciones que con tanto aplomo y mas allá de las presiones ha venido desarrollando el Gobierno Popular desde 2003.
Recordando los pedidos de Rodríguez Larreta y el pasquín neoliberal Ámbito Financiero, no cabe mas que afirmar la evidente dificultad que tienen las corporaciones dominantes y sus títeres para esconder su rechazo no sólo a las protestas sociales, sino a cualquier tipo de demanda sea esta o no justificada, que lleve adelante una organización social.
Esta claro que el rechazo es hacia la organización de los trabajadores, de los pobres, de los excluidos, de los “negros”.
El monopolio una vez mas intenta conectarse con el costado mas fascista de la clase media con este tipo de editoriales que desprecian la organización de los sectores populares y solicita que el Gobierno Popular sea intolerante con la protesta social.
Demasiado bien cuida sus palabras acusando a la autoridad de no cumplir con su derecho de garantizar el libre transito e invisibilizando las formas en las cuales se debería llevar adelante el cumplimiento de tal derecho, porque convengamos que solicitar la intervención del Estado en estos sucesos, es solicitar el uso de la fuerza para liberar calles, puentes, caminos, lo cual se traduce en reprimir las manifestaciones.
Seguramente para Clarín y para cierto sector de la sociedad la disyuntiva entre ser tolerante con las manifestaciones y garantizar la libre circulación esta resuelta hace rato de la mano de la opción represiva.
Para el Gobierno Popular, para el pueblo y el movimiento popular esa disyuntiva es inexistente.
A diferencia de la tolerancia de Clarín, los sectores populares no pensamos ni sentimos la idea de ser tolerantes con el otro, no la concebimos por que el hecho de ser tolerante implica intrínsecamente un prejuicio, una visión negativa y de desconfianza del otro en el mejor de los casos.
A diferencia de Clarín el pueblo no tolera, el pueblo comprende.
Conocido es que en épocas del lock out de las patronales agrarias que incluían cortes de ruta y marchas afectando la libre circulación, el monopolio no se rasgo las vestiduras en defensa de tal derecho así como tampoco cuestionó la política de no reprimir manifestaciones que con tanto aplomo y mas allá de las presiones ha venido desarrollando el Gobierno Popular desde 2003.
Recordando los pedidos de Rodríguez Larreta y el pasquín neoliberal Ámbito Financiero, no cabe mas que afirmar la evidente dificultad que tienen las corporaciones dominantes y sus títeres para esconder su rechazo no sólo a las protestas sociales, sino a cualquier tipo de demanda sea esta o no justificada, que lleve adelante una organización social.
Esta claro que el rechazo es hacia la organización de los trabajadores, de los pobres, de los excluidos, de los “negros”.
El monopolio una vez mas intenta conectarse con el costado mas fascista de la clase media con este tipo de editoriales que desprecian la organización de los sectores populares y solicita que el Gobierno Popular sea intolerante con la protesta social.
Demasiado bien cuida sus palabras acusando a la autoridad de no cumplir con su derecho de garantizar el libre transito e invisibilizando las formas en las cuales se debería llevar adelante el cumplimiento de tal derecho, porque convengamos que solicitar la intervención del Estado en estos sucesos, es solicitar el uso de la fuerza para liberar calles, puentes, caminos, lo cual se traduce en reprimir las manifestaciones.
Seguramente para Clarín y para cierto sector de la sociedad la disyuntiva entre ser tolerante con las manifestaciones y garantizar la libre circulación esta resuelta hace rato de la mano de la opción represiva.
Para el Gobierno Popular, para el pueblo y el movimiento popular esa disyuntiva es inexistente.
A diferencia de la tolerancia de Clarín, los sectores populares no pensamos ni sentimos la idea de ser tolerantes con el otro, no la concebimos por que el hecho de ser tolerante implica intrínsecamente un prejuicio, una visión negativa y de desconfianza del otro en el mejor de los casos.
A diferencia de Clarín el pueblo no tolera, el pueblo comprende.
Compañero Ikal Samoa
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