Desde el gobierno la destacan como una brillante negociación
con un acuerdo inmejorable.
Desde los espacios que juegan a la nueva moda de “la
oposición responsable” – entiéndase algunos que tienen una retórica opositora
que contrasta con sus prácticas en los espacios institucionales que ostentan-,
señalan que no es el mejor arreglo, sino el posible.
Todo esto, en un clima instalado por los medios
oficialistas, ahora casi todos, quienes fortalecen la campaña que más de un ministro,
y el propio Mauricio Macri, vienen intentando exponer como pretensión única de
validez: O acordamos con los Fondos Buitres, o el país va al abismo con las
diez plagas de Egipto incluidas y un ajuste brutal – en términos reales el
ajuste ya es brutal, con los más de 100 mil despidos entre los sectores público
y privado en todo el país, sumados a la megadevaluación que aún ahora siguen
presentando como “salida exitosa del cepo”, la aceleración catastrófica de la
inflación de los últimos tres meses y el reciente tarifazo en materia de
energía eléctrica entre otros; algo que no es calificado de esa forma porque
como bien sabemos, las palabras tienen significado por aplicación histórica-.
En este contexto, y tras la no menor primera batalla ganada
por el Ejecutivo al lograr cerrar las paritarias docentes Nacional; porteña; y
bonaerense, la oposición nucleada en un Frente para la Victoria que por
momentos parece unido con alfileres – el entramado es tan complejo que en la
interna se discuten, los pases de factura por la derrota electoral del año
pasado al mismo tiempo que el reordenamiento, las mezquindades, y las
necesidades producto de las constantes presiones que ejerce el gobierno sobre
las provincias-, intenta sentar una posición que da cuenta de todo lo que significa
este acuerdo sobre el cual, pocas certezas viene dando el oficialismo.
Es que, el acuerdo, que en términos concretos implica que Argentina
le debe pagar a los fondos buitres, quienes a su vez son apenas el 3,5% de ese
7% que no ingreso a los canjes de deuda de 2005 y 2010, en el tiempo y lugar
impuestos por ellos con el aval de su juez amigo, Thomas Griesa, un monto que
representa aproximadamente la mitad de lo que se le está pagando a quienes
confiaron en el país ingresando a los canjes mencionados.
Es decir que a ese 3,5%, se le va a pagar el 50% de lo que se
le está abonando a un 97%; algo que expone, siendo benévolo, una incapacidad
manifiesta a la hora de negociar por parte del equipo económico actual.
Desde luego, y aunque se intente omitir o ridiculizar la voz
opositora del FpV, esta viene expresando
lo antes dicho, y a su vez, da cuenta de las consecuencias venideras si,
finalmente y como todo se encamina, el Congreso deroga las leyes “Cerrojo” y de
“Pago Soberano”, y transforma en ley la entrega a los Buitres.
Consecuencias que en la misma sesión que continúa en
Diputados, no han podido ser rebatidas por el oficialismo, como ser que no hay
certeza alguna sobre los posibles juicios venideros tanto del 3,5% que aún no
tiene acuerdo alguno con el país, como del 97% que habiendo ingresado al canje
ahora podría ir en búsqueda del “Me too” – yo también quiero que me paguen lo
que les pagaron a los otros porque me corresponde ser tratado de igual forma,
sería el argumento legítimo que sólo necesita un juez que lo avale-, lo cual
sería, lisa y llanamente, la destrucción de toda la reestructuración de la deuda
y la vuelta al 2001 en términos de deuda externa para el país.
De hecho, en relación a esto último, cabe destacar que los
representantes de los bonistas italianos ya han realizado una presentación judicial
en Nueva York, en este sentido.
Es decir que el hecho de acceder al triunfo Buitre, al
margen de implicar lo que es el plan de Macri y Prat Gay para pagarles - tomar
deuda para saldar esa deuda con el argumento de que así, Argentina va a poder
acceder al crédito internacional y van a venir las famosísimas inversiones de
capitales privados que los economistas liberales siempre prometen y nunca
llegan; eso al margen de la inexistencia de algún caso histórico en el cual un
país allá prosperado mejorando la calidad de vida de sus habitantes y
disminuyendo las desigualdades gracias a la inversión de capitales privados externos-,
no sólo no da ninguna certeza respecto del futuro del país en materia de
desendeudamiento, sino que tampoco implica la salida del default que prometen (porque
para el oficialismo igual que para Griesa, Argentina está en cesación de pagos),
dado que aún queda un 3,5% de acreedores afuera de todo tipo de arreglo.
No esta demás decir que como en sus ocho años de gestión en
la CABA donde cuadruplico la deuda de una Ciudad que hasta su llegada era
superavitaria, el plan de Macri es volver a endeudar al país para
supuestamente, generar un crecimiento del sector privado; algo que los
argentinos ya vivimos cuando ese crecimiento no generó desarrollo alguno, y
como contrapartida del endeudamiento se le imponían al país brutales ajustes
como los que ya están en carpeta de los organismos multilaterales de crédito;
ansiosos por prestarle a la Argentina.