Testimonio del siniestro Bergoglio.

Utilizando esos anacrónicos e impresentables privilegios existentes a partir del artículo 250 del Código Procesal Penal que permite a altos dignatarios religiosos estar exentos de acudir a tribunales, el titular de la Conferencia Episcopal Jorge Bergoglio, dio testimonio ayer en su oficina de la Curia en el marco de la causa ESMA.
Su declaración, en principio en calidad de testigo, fue en relación a la desaparición de los sacerdotes jesuitas Orlando Dorio y Francisco Jalic, llevados a la ESMA cuando éste se desempeñaba como principal de la Compañía de Jesús en el país en épocas de la dictadura genocida.
Ahora bien, resulta imprescindible destacar las insuficiencias e inconsistencias de la misma que no casualmente coinciden con su enorme falta de voluntad para colaborar en una causa de delitos de lesa humanidad que involucra a dos de sus hermanos de fe.
En este sentido, Luis Zamora, abogado querellante en la causa, quien estuvo presente al momento de que el cardenal diera testimonio, expresó que lo notó reticente y “cuando alguien es reticente está mintiendo, está ocultando parte de la verdad”.
También hizo hincapié en las pocas precisiones que diera Bergoglio en la declaración y argumentó “nunca las cosas tenían nombre y apellido ni hubo constancias escritas de lo que él decía”, a lo que agregó que “no pudo justificar por qué esos dos sacerdotes quedaron en una situación de desamparo y expuestos”, para concluir “ha quedado demostrado en forma muy contundente el rol tan siniestro de la Iglesia”.
Zamora recalcó la actitud pasiva del jefe de la Iglesia en el país frente al secuestro de los dos sacerdotes jesuitas y explicó que esa actitud se mantuvo pese a que una vez liberados, ellos “le describieron todas las torturas y tormentos a los que fueron sometidos” en el principal centro clandestino de detención de la última dictadura.
A su vez, expuso que las consideraciones que diera Bergoglio cuando el tribunal lo interrogó sobre cómo se buscó amparar a los curas por parte de la jerarquía de la Iglesia fueron tan solo que “el camino siempre era el de la reserva y el de las instancias internas” de la institución.
Por ello, y en base a las fuertes inconsistencias del testimonio, el abogado querellante no descartó constatar los archivos de la Iglesia para cotejar los dichos del cardenal en cuanto a que toda la información que él había recibido entonces sobre la suerte de los dos sacerdotes secuestrados, la había retransmitido a sus superiores.
Es tan indudable como innegable que con su declaración, escueta; mentirosa; distorsiva; Jorge Bergoglio hace honor al oscurantismo eclesiástico que pregona esos dogmas inhumanos y anticristianos.
Y los pregona porque la Iglesia en su núcleo jerárquico, fue participe necesaria de la dictadura genocida por acciones y omisiones, consagro su fe hacia los sectores más reaccionarios, y obró en consecuencia sosteniendo sus lazos históricos con ellos.
Entonces no nos puede resultar llamativo que un personaje como este preste declaraciones tan vergonzosas, como tampoco puede sorprendernos que haya reconocido que nunca hizo una denuncia judicial a favor de los curas teniendo pleno conocimiento de lo que les había pasado.
Si finalmente su objetivo es seguir intentando ocultar su siniestra labor y la de toda su putrefacta institución para que no haya memoria, verdad y justicia.

Compañero Ikal Samoa