Un día como hoy.

Un día como hoy hace 34 años, los estudiantes secundarios Daniel Racero; Horacio Ungaro; María Clara Ciocchini; Francisco López Muntaner; Claudio de Acha y María Claudia Falcone eran secuestrados por grupos de tareas del Ejército y la Policía Bonaerense.
Estudiantes que desaparecieron por comprometerse y hacer política, como todos los que hoy se expresan contra la política privatizadora y excluyente del gobierno neoliberal de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires.
Un gobierno que sistemáticamente disminuye la inversión en educación y salud, mientras crea una fuerza represiva nueva y busca las formas para legitimar la confección de listas negras de supuestos infiltrados en las escuelas. Un día como hoy hace 34 años, la mente genocida de Etchecolatz quiso borrar a sangre y fuego los sueños y la construcción política de nuestro pueblo.
Su grupo de tareas de la Policía Bonaerense recorrió las casas de los estudiantes a la madrugada.
Sus armas, encargadas de restablecer el orden, la seguridad nacional y la moral católica, castigaron planificadamente a las organizaciones populares para impedir cualquier posible desarrollo de aquel sueño, el de cambiar el mundo.
Es que, cambiar el mundo implicó siempre terminar con el mundo de privilegios de unos pocos. Un día como hoy nació el recuerdo del último día en que aquellos estudiantes militaron con las convicciones y la vital pasión junto a sus compañeros de la Unión de Estudiantes Secundarios de La Plata.
Pero ese recuerdo no solo está gravado en imágenes de época ya amarillentas por el paso de los años, también se encuentra en la fortaleza y la dignidad de nuestros estudiantes secundarios que día a día enfrentan al gobierno macrista para defender sus derechos.
Un día como hoy, nuestros estudiantes secundarios pueden decir como alguna vez dijo Daniel Racero “encontramos una trinchera para luchar por una causa justa” al defender la construcción de una educación pública y popular, y enorgullecerse sabiéndose protagonistas de la historia y herederos de la sonrisa de cada uno de aquellos seis compañeros desaparecidos.

Compañero Ikal Samoa