Clarín y sus más de 260 repetidoras, así como La Nación y las suyas, C5N y otros; nuevamente han decidido asumir el rol totalizador de opinión, que tan bien les cae y tan lejos se encuentra de vastos sectores de la población.
Es así que desde su pretendido pedestal una vez más nos riegan de intentos de argumento, visiones falaces y hasta contradictorias sobre lo que denominan la inseguridad.
Apuntando a un público específico que les es reverente, un sector de la clase media, pero intentando convertir la mirada de este sector en totalitaria del complejo entramado social, los medios hegemónicos buscan imponernos una agenda signada por el miedo.
Desde luego que esa agenda con su carencia intrínseca de premisas corroborables, se contrapone a prestigiosos estudios científicos como los efectuados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, el Centro de Estudios Legales y Sociales CELS, e inclusive por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD; en los que se deja constancia tanto de los lógicos índices de criminalidad existentes en el país en relación a las desigualdades sociales, como sobre la posición de privilegio que ocupa Argentina con respecto a la enorme mayoría de los países de la región.
Obviamente, al no ser útiles para fomentar la agenda del miedo, todos estos estudios científicos son cuidadosamente ocultados por la corporación que rige la comunicación.
La ausencia mediática de estos estudios con base científica que contempla todos los cánones internacionales no es nada casual, así como tampoco lo es la intentona por reinstalar la agenda del miedo como una problemática universal.
En este sentido si la primera responde a proteger el círculo vicioso de mentiras que potencian a la segunda, esta última responde a la necesidad de sostener el pedestal incuestionable que garantiza al poder monopolizador de la comunicación y las restricciones en el acceso a la información que ostentan los multimedios.
El fin último del intento por imponer la agenda del miedo, es precisamente sostener la opresión comunicacional que viene decayendo con la visibilización de tantas otras voces que nos muestran otras realidades y otras agendas diferentes.
Son esas agendas que la corporación ha negado durante años, que nos hablan de la recomposición del tejido social, del trabajo, de la organización de los sectores populares en torno a sus necesidades reales.
Son esas agendas que con su simple visibilidad comienzan a socavar aquel rol totalizador de opinión, y generan las raíces de una comunicación popular.
Es así que desde su pretendido pedestal una vez más nos riegan de intentos de argumento, visiones falaces y hasta contradictorias sobre lo que denominan la inseguridad.
Apuntando a un público específico que les es reverente, un sector de la clase media, pero intentando convertir la mirada de este sector en totalitaria del complejo entramado social, los medios hegemónicos buscan imponernos una agenda signada por el miedo.
Desde luego que esa agenda con su carencia intrínseca de premisas corroborables, se contrapone a prestigiosos estudios científicos como los efectuados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, el Centro de Estudios Legales y Sociales CELS, e inclusive por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD; en los que se deja constancia tanto de los lógicos índices de criminalidad existentes en el país en relación a las desigualdades sociales, como sobre la posición de privilegio que ocupa Argentina con respecto a la enorme mayoría de los países de la región.
Obviamente, al no ser útiles para fomentar la agenda del miedo, todos estos estudios científicos son cuidadosamente ocultados por la corporación que rige la comunicación.
La ausencia mediática de estos estudios con base científica que contempla todos los cánones internacionales no es nada casual, así como tampoco lo es la intentona por reinstalar la agenda del miedo como una problemática universal.
En este sentido si la primera responde a proteger el círculo vicioso de mentiras que potencian a la segunda, esta última responde a la necesidad de sostener el pedestal incuestionable que garantiza al poder monopolizador de la comunicación y las restricciones en el acceso a la información que ostentan los multimedios.
El fin último del intento por imponer la agenda del miedo, es precisamente sostener la opresión comunicacional que viene decayendo con la visibilización de tantas otras voces que nos muestran otras realidades y otras agendas diferentes.
Son esas agendas que la corporación ha negado durante años, que nos hablan de la recomposición del tejido social, del trabajo, de la organización de los sectores populares en torno a sus necesidades reales.
Son esas agendas que con su simple visibilidad comienzan a socavar aquel rol totalizador de opinión, y generan las raíces de una comunicación popular.
Compañero Ikal Samoa
1 comentario:
A todo esto podemos agregar a la inefable CNN ("especialista en Venezuela") que está cargando las pilas contra la Argentina, es decir, contra nuestro gobierno, como nunca.
(Se ve que Magnetto y Cía. fueron a pedir auxilio a sus colegas canallas del exterior).
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