Se conoció ayer, la histórica aprobación por parte de
Naciones Unidas, al marco regulatorio para la reestructuración de deudas
soberanas que propusiera nuestro país
ante la asamblea de dicho organismo.
136 votos favorables, 6 contrarios – Alemania; Canadá;
Israel; Japón; Inglaterra; y Estados Unidos (no llama la atención que quienes
siempre sirven a la especulación financiera votasen así)- y 41 abstenciones,
fueron los números con los que se aprobó una resolución que defiende la
soberanía de los países ante los ataques especulativos ya conocidos y
recurrentes.
En referencia a lo acontecido, y desde Nueva York, el
Ministro de Economía, Axel Kicillof, explicó por medio de una videoconferencia
en conexión con la Presidenta, Cristina Fernández, aspectos salientes.
“Se trata de una votación histórica”, destacó, y luego contó:
“A partir de septiembre del año pasado vinimos y se votó la constitución de una
comisión especial para un nuevo marco jurídico para la reestructuración de
deudas soberanas, pasó un año y la propuesta argentina ha sido votada
favorablemente por una mayoría abrumadora”.
“La reestructuración es un derecho soberano de los estados,
es una decisión que deben tomar los países y siempre debe responder a los
principios de buena fe”, explicó el titular de Economía, y detalló con la nueva
resolución “deberá haber transparencia e imparcialidad, esto es fundamental ya
que las instituciones que participan no pueden inclinarse tan alevosamente,
como ha ocurrido con la Argentina, para un lado”.
“La igualdad, ningún acreedor puede verse favorecido; la
inmunidad soberana, en cuanto a los embargos sobre bienes militares y
nacionales en el extranjero, eso es ilegal y ahora viola los principios básicos
de lo aprobado hoy”, puntializó antes de señalar que la flamante norma incluye
los principios de sustentabilidad: “No se puede pagar si ese pago pone en riego
la posibilidad de que ese país siga desarrollándose”, y de reestructuración por
mayoría: “Si una mayoría resuelve algo no puede ninguna minoría entorpecer lo
que dispuso la mayoría”.
“Esto favorece a todos los países, incluso a los
desarrollados, porque cuando lleguen los temas de deuda las reglas son claras
para salir adelante”, manifestó el Ministro, y aseveró que “a partir de hoy,
estos principios quedan grabados en piedra”.
Una definición impulsada por nuestro país, pero que
trasciende por su capacidad normativa a nivel internacional.
Argentina ha logrado instalar la problemática tras todo un
proceso complejo de reestructuración de deuda soberana, y en un mundo en el
cual la deuda ha dejado de ser la soga en el cuello exclusiva de los países tantas
veces denominados periféricos.
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