Se conoció ayer, la demorada presentación de renuncia a su
cargo como Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de su miembro más
antiguo, Carlos Fayt.
A los 97 años, 22 años después de lo que dicta la
Constitución respecto de la edad en la cual deben dejar su cargo los
magistrados del máximo tribunal del país, y tras una prolongadísima estadía en
uno de los sillones cortesanos, Fayt envió su renuncia a la Presidenta de la
Nación, Cristina Fernández, la cual se hará efectiva el 11 de diciembre del
corriente.
Se hará efectiva, precisamente porque la Presidente se la
aceptó, cuando bien podría no haberlo hecho y aducir que la misma se estaría
haciendo efectiva luego que ella deje el Ejecutivo Nacional; lo que hubiera
significado una sutil forma de deslegitimar la actitud infantil del magistrado
casi centenario, respecto del día definido para su dimisión.
Lo cierto, es que Cristina, en otra muestra de estatura
política notable, decidió aceptarla y clausurar un tema del que se suelen
servir los opositores para armar su show de falacias respecto del aún pendiente
debate sobre el Poder judicial.
Tras el punto y aparte, será el próximo gobierno, el que más
de un opositor ya asume tendrá a Daniel Scioli como Presidente – Gracias Graciela
Ocaña, por blanquearlo de cara a la sociedad-, el que proponga ya no una, sino
dos candidaturas para cubrir las vacantes que quedarán en la Corte.
Eso sí, habrá que ver si la oposición en su conjunto sigue
encaprichada en no tratar los pliegos de candidatos a magistrados o retorna a
la racionalidad y la responsabilidad; algo de lo que viene huyendo desde que
dicen que es lo mismo si la Corte funciona con todos sus miembros o no.
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