jueves, 27 de septiembre de 2012

Represión, la fórmula pro ante el conflicto en las escuelas secundarias.



El macrismo vuelve a mostrar su vocación por reprimir toda protesta social, esta vez, en el marco del conflicto existente por el intento de cambio de currícula que pretende instaurarse en las escuelas secundarias de la CABA a partir del año próximo.
Haciendo un breve racconto, la intransigencia en perpetrar un cambio curricular sin consulta alguna a docentes y estudiantes porteños, quienes vienen solicitando ser participes del debate, por parte del ministro de educación Esteban Bullrich, ha derivado en diversas medidas de fuerza, las más recientes; la toma de escuelas que ya alcanaza a 32 establecimientos educativos en la ciudad.
Pese a ello y haciendo oídos sordos al legítimo reclamo, el macrismo vuelve a incurrir en la vía represiva y persecutoria hacia quienes defienden la educación pública, tal cómo se desprende de lo contado por la directora del Colegio Mariano Acosta, Raquel Papalardo, quien explicó que desde el ministerio de educación porteño, se distribuyó un protocolo según el cual deben denunciarse las tomas de los establecimientos ante la comisaría correspondiente en cada caso.
En dialogo con Radio Nacional, la académica detalló que en la reunión con directivos realizada por el gobierno municipal y encabezada por Ana María Ravaglia, Subsecretaria de Inclusión Escolar y Coordinación Pedagógica, se recomendó “dar cuenta del hecho a las direcciones de área y concurrir a la comisaría más cercana a efectos de denunciar la situación de toma, los ilícitos que se estarían configurando por usurpación e ingreso o permanencia de personas contra la voluntad del titular”.
A su vez, denunció que el protocolo “no tiene membrete ni está firmado por nadie” lo que da cuenta de una informalidad útil en pos de cubrirse por la nefasta orden impartida, y reveló que de las modificaciones estructurales de la educación en las escuelas porteñas, directivos y docentes se enteraron “hace veinte días, cuando la resolución habla de que todo lo que conlleve a una modificación en los planes de estudios debería bajarse a las escuelas y ser discutidos por los docentes. Para eso teníamos de 2009 a 2012 porque se van a ejecutar en 2013”.
A esta altura de los acontecimientos, es claro que el modelo de gestión pro no piensa incluir la resolución de conflictos sociales, pues siempre ante cada protesta el mecanismo elegido es alguna forma de represión.
No es la excepción este conflicto, en el cual lejos de escucharse a los estudiantes, la respuesta es avanzar con una reforma curricular que encarece la educación pública.

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