Cuán desafortunadas han sido las declaraciones del ex presidente del hermano país Uruguay Tabaré Vázquez.
Cuán desafortunadas por como las efectuó, con esa impunidad y liviandad despreciable y por el momento en que las efectuó.
Lógicamente al destacar el momento, parto de la base de que cualquiera hubiese sido éste, sus dichos, de todas formas, serían cuanto menos poco felices.
Ahora, la cosa empeora si entendemos que la relación entre los dos países vive su momento histórico por coincidencias en definiciones estratégicas traducidas en políticas concretas que son producto de un proceso regional que tiene como protagonistas, entre otros, a la Compañera Presidenta, Cristina Fernández, y José Mujica.
Porque la lengua vil de Vázquez lejos está del presente, pero es suficiente para que las corporaciones de siempre, salgan a operar en las dos orillas.
Desde luego la solidez del proceso histórico no está puesta en duda, pero estás actitudes nunca colaboran en lo más mínimo a la construcción de la Patria Grande.
Dicho esto, uno no puede dejar de poner sobre el tapete que lo más grave del veneno vertido por Vázquez, no radica, ni en aquellas impunidad y liviandad ni en el momento político, sino en la concepción que legitima con su discurso.
Una concepción que opera en contra de cualquier construcción latinoamericana porque al afirmar que ante su disparatada hipótesis bélica hizo consultas a Estados Unidos, esta afirmando que los caminos del Mercosur y la UNASUR por ejemplo, nunca fueron de su interés.
Su actitud pone en evidencia el pensamiento natural del cipayo que ante cualquier tema ríspido acude a su dios norteamericano sin cuestionarse lo que eso implica para su país y toda la región, y demostrando una suerte de alineamiento oculto al imperio en decadencia.
La idea de acudir a Estados Unidos en busca de su “ayuda”, choca de lleno con el principio de autodeterminación de los pueblos, y desde luego, con la propia soberanía del Pueblo uruguayo la cual el ex presidente ha pisoteado aún cuando sus declaraciones no fueren verídicas.
Afortunadamente, el tiempo político de Vázquez ha terminado, y los pueblos de ambos países siguen construyendo un futuro como hermanos.
Compañero Ikal Samoa
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