En el día de ayer Estados Unidos lanzó una nueva fase de lo que tranquilamente podríamos denominar: La operetta Irán.
Como bien describe el diario Página 12, el gobierno que conduce Barack Obama, armó una puesta en escena al mejor estilo hollywoodense en la que afirmó haber desactivado ataques terroristas de Irán contra las embajadas de Israel y Arabia Saudita - país valuarte de la democracia si los hay, puede decirse con el sarcasmo que merece- entre otros tantísimos supuestos objetivos.
Usando como fuentes aquellas dos agencias especializadas en sembrar el terror y colaborar en instaurar dictaduras, el FBI y la CIA a las cuales se les brinda el crédito heroico del libreto cabe agregar, Obama y sus secuaces dieron comienzo a la fase que apunta a legitimar y justificar lo que parece ser la próxima guerra imperial.
Es que, a riesgo de ser temerario, la inverosimilitud de lo que la administración Obama sale a difundir, sólo nos deja el camino de razonamiento que entiende a la operetta como parte de una planificada táctica que desemboque en una nueva invasión de Estados Unidos a otro país.
En este esquema, las empresas de comunicación norteamericanas, ligadas a la industria armamentista y que hacen de la implantación del miedo un gran negocio de venta, obviamente salieron a reproducir cual verdad inmutable y corroborada, el libreto hollywoodense, y lo mismo viene ocurriendo con la prensa cipaya local defensora de los intereses imperiales.
Resulta lógico, porque la influencia mediática a la hora de formar una opinión y legitimar un accionar, aún el más nefasto, es clave, y ello a su vez, permite a los multimedios posicionarse mejor de cara a futuros negocios políticos y económicos.
Además, no hace falta redundar en cuan beneficiosa resulta la masificación de una operetta de estas características para un presidente en declive que busca su reelección.
Es algo histórico en la política norteamericana, la invención y masificación de un enemigo externo en pos de unir a la sociedad bajo el miedo y el sentimiento patriótico, en épocas en las que un presidente busca ser reelecto.
Da allí ha surgido aquella máxima: “todo presidente yanki necesita su propia guerra”.
Compañero Ikal Samoa
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