Ayer me permití reflexionar sobre algunos intentos de los multimedios por deformar o sesgar las motivaciones que dieron origen al aluvión de votos que obtuvo el Frente para la Victoria el día domingo y que consagro la reelección de la Compañera Presidenta Cristina Fernández.
Lógicamente, aún habiendo variadas motivaciones resulta innegable un fundamento expresado en la contundencia del resultado: El apoyo al modelo y a su profundización.
De igual forma resultan innegables otros significados que tienen los nítidos números.
El primero, lógico, es que el aval en las urnas habilita a esa profundización que podemos traducirla en la concreción de políticas generadoras de mayor Justicia Social y ampliación de ciudadanía, enmarcadas en una concepción geopolítica sobre el país; la región; y el mundo.
En este punto es claro que la construcción del Proyecto Nacional y Popular entiende a la economía como parte inseparable de la política y al desarrollo económico atado a los intereses de los argentinos y fundamentalmente de los sectores populares.
El desarrollo productivo con inclusión y como apuntalador de la redistribución más igualitaria de la riqueza, no puede ser entendido de otra forma que no sea en un país con un Estado responsable; solidario; y regulador de la economía, así como tampoco puede comprenderse fuera de la construcción regional integradora y estratégica.
El segundo, en relación al anterior, es la reafirmación de la línea política implementada hacia la región y hacia el resto del mundo.
Todas las posiciones políticas que ha tenido Argentina en el último tiempo, si eran susceptibles de alguna duda externa, ahora son certezas avaladas por el resultado electoral.
La forma en que el país viene jugando en los foros internacionales, así como su posicionamiento enmarcado en una visión latinoamericana han sido ratificados plenamente.
El tercer significado es, indudablemente, la derrota absoluta de la política profesional; de la política impuesta por los medios a los candidatos opositores.
La línea política impuesta desde los multimedios fracasó rotundamente y no es casual que los candidatos que más horas han pasado en set televisivos como Ricardo Alfonsín o Elisa Carrió hayan tenido tan magros resultados.
A partir de esto, llegamos al cuarto: el triunfo de la política como única herramienta de transformación, y como aglutinadora y organizadora.
La elección ha sido un momento de reivindicación que debe ser útil para conmover y crecer en organización porque esta es la clave para que el Proyecto Nacional y Popular crezca en participación y trascienda en el tiempo.
Como dijera Cristina el domingo en la plaza, urge continuar organizándose a lo largo y ancho del país como paso ineludible, tanto para la recuperación del tejido social como para la recuperación de una participación activa, indispensable para avanzar en la transformación integral del país.
Compañero Ikal Samoa
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