Hoy nos desayunamos con una nueva perlita del nefasto gobierno chileno quien le concedió una visa para permanecer ocho meses en territorio trasandino a Otilio Roque Romano, el suspendido presidente de la Cámara Federal de Mendoza fugitivo de la Justicia tras ser procesado por 107 delitos de lesa humanidad en la última dictadura cívico- militar.
Tal parece que Sebastián Piñera, fiel a su pasado y concepción política pinochetista, nos muestra la hilacha que permite descoser ese traje de supuesta derecha moderna y democrática, para dar paso a su real rostro.
Su gobierno, al darle refugio – y aquí debe recalcarse que la visa es de ocho meses pero se está tramitando el acilo político para Romano- a un artífice del genocidio, no hace más que confirmar que intereses defiende y que políticas pregona.
Si ello lo enmarcamos en el vergonzoso modelo chileno, en el cual el Estado tiene una batería inigualable de anticuerpos para garantizar la inmutabilidad de las desigualdades y las injusticias, el coctel de impunidad se presenta con enorme fortaleza.
Desde luego, quienes nunca creímos en el traje del neoliberal presidente de Chile, no nos encontramos sorprendidos por su aval a aquellos que fueron participes de procesos represivos y genocidas.
En definitiva, dichos procesos tenían como objetivo instalar el modelo neoliberal en los planos económico; político; cultural; y social, algo que lograron flagrantemente en Chile, y que por supuesto, defiende y abraza Piñera.
Ahora bien, la duda que surge es si la definición de apañar al genocida será inmutable, o si el creador de “De chilean güey” se verá en la obligación de dar marcha atrás para intentar remendar su maltrecho traje.
Compañero Ikal Samoa
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