Por intermedio de Jorge Casaretto, presidente de la Pastoral Social del Episcopado, esa seccional de la Iglesia que siempre dice cuidar, proteger y contener a las familias con menores ingresos; a los pobres; a los trabajadores, la institución más retrograda que padecemos en nuestro país sentó postura en contra del proyecto de reparto de una porción de las ganancias de las empresas entre los trabajadores.
Casaretto, fiel a las posturas conservadoras opuestas a la movilidad social, dijo que “no es lo que necesita hoy el país” argumentando que no se tiene en cuenta “a la gran cantidad de trabajadores en negro”.
De ello, podemos inferir que este iluminado pretende hacernos creer que avanzar en un derecho constitucional de los trabajadores, únicos con la capacidad de generar valor agregado a los productos, no es necesario.
Seguramente considerará más necesario que los empresarios sigan obteniendo ganancias extraordinarias sin repartir un centavo, y como excusa pone al trabajo en negro del cual son ellos precisamente los máximos responsables; los culpables.
Realmente asombra que se sostenga una premisa tan carente de validez, es insultante.
Sin embargo daremos dos sencillas razones para derribar esta mentira.
La primera es que los empresarios que negrean trabajadores, deben ser combatidos, no apañados como propone la Iglesia, entonces si persisten en ese delito, ello debe ser penado, y no puede ser excusa para no generar leyes fundamentales en el camino de la redistribución mas equitativa de la riqueza.
La segunda, casi de manual, es que la ley si se practicará tal cual está planteado el proyecto, contribuiría seriamente a combatir el trabajo en negro dado que obligaría a los empresarios a abrir sus libros contables para ser auditados echando luz sobre las reales situaciones en el ámbito laboral de las grandes empresas.
Cabe recordar por si Casaretto peca de ignorante, que la ley está planteada para las grandes empresas, las que tienen mas de trescientos empleados, prueba cabal de sus cuantiosas ganancias – sino, no tendrían tantos empleados – y de su capacidad para afrontar el reparto del 10% de las mismas.
Por ello cuando este ángel oscurantista sostiene, como en las declaraciones publicadas hoy en el diario El Litoral y publicitadas por Infobae, que “hay que pensar bien” la iniciativa, porque en un contexto de “alto porcentaje de excluidos” – y le solicito encarecidamente nos aclare la metodología científica que aplica la Iglesia para poder realizar tan irresponsable afirmación mas coincidente con los años ´90 en los cuales sus voceros se callaban muy bien la boca, que con la realidad actual del país- se “debe pensar también en los trabajadores en negro”, no esta haciendo otra cosa que abogar por los privilegios de los ricos empresarios en detrimento del pueblo trabajador.
Máxime cuando finaliza sus declaraciones sentenciando que debe haber “un objetivo más amplio que excede el ámbito sindical y empresarial, y tener una mirada sobre la situación de pobreza y exclusión social”, o sea, traduciéndolo en cristiano, una nueva afirmación mas vacía que botella de sidra el 25 de Diciembre a las siete de la mañana.
Es fácil hablar de objetivos mas amplios superadores sin decir cuales serían, y como se desarrollarían políticas para caminar hacia ellos.
Eso suena mas a una excusa cínica para intentar tapar el conflicto real histórico e insalvable dentro de una sociedad de clases entre empresarios y trabajadores, y desligar a la pobreza de las políticas económicas de exclusión otrora ejecutadas, que tenían como únicos beneficiarios a los grandes empresarios; a los ricos; a los que siempre salvaguarda la Iglesia Católica.
Casaretto, fiel a las posturas conservadoras opuestas a la movilidad social, dijo que “no es lo que necesita hoy el país” argumentando que no se tiene en cuenta “a la gran cantidad de trabajadores en negro”.
De ello, podemos inferir que este iluminado pretende hacernos creer que avanzar en un derecho constitucional de los trabajadores, únicos con la capacidad de generar valor agregado a los productos, no es necesario.
Seguramente considerará más necesario que los empresarios sigan obteniendo ganancias extraordinarias sin repartir un centavo, y como excusa pone al trabajo en negro del cual son ellos precisamente los máximos responsables; los culpables.
Realmente asombra que se sostenga una premisa tan carente de validez, es insultante.
Sin embargo daremos dos sencillas razones para derribar esta mentira.
La primera es que los empresarios que negrean trabajadores, deben ser combatidos, no apañados como propone la Iglesia, entonces si persisten en ese delito, ello debe ser penado, y no puede ser excusa para no generar leyes fundamentales en el camino de la redistribución mas equitativa de la riqueza.
La segunda, casi de manual, es que la ley si se practicará tal cual está planteado el proyecto, contribuiría seriamente a combatir el trabajo en negro dado que obligaría a los empresarios a abrir sus libros contables para ser auditados echando luz sobre las reales situaciones en el ámbito laboral de las grandes empresas.
Cabe recordar por si Casaretto peca de ignorante, que la ley está planteada para las grandes empresas, las que tienen mas de trescientos empleados, prueba cabal de sus cuantiosas ganancias – sino, no tendrían tantos empleados – y de su capacidad para afrontar el reparto del 10% de las mismas.
Por ello cuando este ángel oscurantista sostiene, como en las declaraciones publicadas hoy en el diario El Litoral y publicitadas por Infobae, que “hay que pensar bien” la iniciativa, porque en un contexto de “alto porcentaje de excluidos” – y le solicito encarecidamente nos aclare la metodología científica que aplica la Iglesia para poder realizar tan irresponsable afirmación mas coincidente con los años ´90 en los cuales sus voceros se callaban muy bien la boca, que con la realidad actual del país- se “debe pensar también en los trabajadores en negro”, no esta haciendo otra cosa que abogar por los privilegios de los ricos empresarios en detrimento del pueblo trabajador.
Máxime cuando finaliza sus declaraciones sentenciando que debe haber “un objetivo más amplio que excede el ámbito sindical y empresarial, y tener una mirada sobre la situación de pobreza y exclusión social”, o sea, traduciéndolo en cristiano, una nueva afirmación mas vacía que botella de sidra el 25 de Diciembre a las siete de la mañana.
Es fácil hablar de objetivos mas amplios superadores sin decir cuales serían, y como se desarrollarían políticas para caminar hacia ellos.
Eso suena mas a una excusa cínica para intentar tapar el conflicto real histórico e insalvable dentro de una sociedad de clases entre empresarios y trabajadores, y desligar a la pobreza de las políticas económicas de exclusión otrora ejecutadas, que tenían como únicos beneficiarios a los grandes empresarios; a los ricos; a los que siempre salvaguarda la Iglesia Católica.
Compañero Ikal Samoa
3 comentarios:
De estos tipos, si uno esperara algo novedoso, sería que elaboren o propongan algo A FAVOR de los laburantes.
Ese día cae maná del cielo, por lo menos.
Toda la derecha suele usar el termino que no es el momento ahora , Como se puiede admitir que alguien diga que no es el momento de cumplir la constitucion nacioanl . Hay empleo en negro si claro , pero debemos blnaquearlo asi empiezan a cobrar tambien las ganancias como todos los trabajadores argentinos . La variable temporal parece ser la excusa perfecta para el conservadurismo .
Un abrazo
Qué podes esperar de la Iglesia Católica; por favor.
Los mismos que organizaron la marcha "Cristo vence" para ir al frente de la Fusiladora.
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