lunes, 26 de agosto de 2013

LAN, sus intereses y sus defensores.



Hace 80 días – sí, 80-, se dio aviso a las distintas empresas aéreas privadas sobre el proceso de reorganización del espacio de aeroparque que implica la finalización del uso de hangares en el lugar.
Como consecuencia, todas ellas iniciaron las acciones pertinentes para mudar sus equipamientos a hangares situados distintos aeropuertos, todo ello con la aprobación del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos, ente encargado de estos menesteres.
Con diferencias mayores o menores, todas fueron cumplimentando las mudanzas correspondientes a excepción de una: LAN. 
La multinacional chilena, decidió no respetar las nuevas disposiciones y jugar a convertir “un tema técnico que no afectaría la normalidad de las operaciones”, según las palabras que Enrique Cueto, uno de sus propios directivos, expresara públicamente hace diez días, en una defensa pública de un espacio que no le corresponde con un trasfondo que supera ampliamente al conflicto.
Apoyada por los multimedios opositores, la directiva local de LAN, sale ahora, cuando el plazo de tres meses se está cumpliendo, a judicializar la defensa de sus intereses y a publicitar una supuesta situación de incertidumbre laboral; excusa utilizada por los opositores gremios APTA y ATCPEA, para amenazar con un paro para el día jueves.
LAN apostaba a la repercusión negativa en la opinión publicada porque lo que oculta tras este conflicto, es su desesperada búsqueda por perjudicar el crecimiento y desarrollo de Aerolíneas Argentinas, algo que va en detrimento de su pretendida posición en el mercado.
Es por ello que defiende una posición de privilegio en Aeroparque y juega a instalar el miedo sobre inexistentes riesgos para los trabajadores.
Miedo que le sirve de excusa a los gremios que responden a Ricardo Cirielli, hombre alinieado a Luis Barrionuevo, para magnificar el conflicto utilizando la amenaza de un paro que siempre colabora en la demonización de funcionarios y del gobierno en su conjunto.
Una vez más, asistiríamos, y de hecho con las protestas de hoy ya estamos haciéndolo, a la utilización de una herramienta que corresponde a la defensa de los derechos de los trabajadores, con fines completamente ajenos. 
Cirielli y compañía no tienen vergüenza alguna en volver a utilizar a sus sindicatos para defender los intereses particulares de una multinacional, así como tampoco la tienen para continuar pisoteando aquella histórica bandera de “Todos Somos Aerolíneas”.

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