Opositores de distintas trincheras y colores han venido
anunciando el supuesto fin de ciclo kirchnerista desde 2008 en adelante, en
demasiadas ocasiones.
Cualquier hecho y/o operación perpetrada por alguno de ellos
– fundamentalmente por los multimedios y sus periodistas-, ha servido como
disparador de la propaganda sistemática de una profecía que augura la catástrofe
nacional como antesala de la salida del Gobierno en cualquier circunstancia
posible.
Con esa amplitud, una suerte de catch all diario de todo lo
considerado útil para el juego del desgaste permanente, se han encolumnado en
las mentiras más insólitas con la certeza de que su poder de instalación de
temas en la opinión pública aun pudiendo decrecer, permite cuanto menos sembrar
dudas y colaborar en la pretendida restauración de su ansiado pedestal perdido.
Así han venido obrando, a pesar de los datos de la realidad
cotidiana y de las contiendas electorales, aunque el conocido cierre de listas
y todo lo que se viene percibiendo respecto de la imagen del Gobierno y la
Presidenta, parecen haber sido factor de cara a una reformulación de su relato.
Es que, el relato del fin de ciclo como hasta ahora lo
planteaban no venía cuadrando.
Las garrochas a la inversa; la fórmula de unidad del FpV; la
no postulación de Cristina Fernández a ningún cargo; e inclusive, la vigente
interna por la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, son algunos datos de
la realidad que han hecho necesariamente recalcular y readaptar ese relato que
ahora ya no plantea un triunfo opositor, sino un cambio de la dinámica del
gobierno con el cambio del titular en el Ejecutivo Nacional –una obviedad
esperable en cualquier cambio de gestión, sean o no del mismo proyecto político,
la saliente y la entrante-.
Ni siquiera se atreven, en esta reformulación, a plantear la
certeza del triunfo electoral opositor tantas veces prometido, a lo sumo se reflotan
la vieja idea del doble comando o utilizan una foto del Ministro de Interior y
Transporte, Florencio Randazzo, ingresando sólo a la Casa Rosada para ficcionar
sus recientes días.
Se evidencia entonces, que en su ecuación costo- beneficio, no
paga mucho aventurar nada que no esté dentro del esquema de continuidad del
proyecto que conduce la Presidenta.
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