viernes, 8 de noviembre de 2013

Telecom y la economía carterizada.



Algunos lo dan por hecho y otros lo dan al caer, el punto es que la multinacional Fintech, socio minoritario de Cablevisión, estaría por quedarse con Telecom Argentina y ello produciría una incompatibilidad respecto de su participación en servicios de comunicación audiovisual.
Desde luego, el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella, ya manifestó en declaraciones, hoy, que Fintech hará lo que el Estado considera que tenga que hacer para que no haya incompatibilidades, y especificó que “lo que hicieron (Fintech) fue una propuesta de compra sujeta a la aprobación del Estado Nacional que es el que tiene que autorizarla. Paralelamente, David Martínez vino a ratificar el plan de adecuación que hizo el 5 de diciembre y que Clarín tomó en su conjunto”.
Dicho esto, cabe destacar que la posible venta de Telecom Argentina, no cambiaría en nada el mayor flagelo que tienen, tanto el mercado de las telecomunicaciones en particular, como el resto del mercado en nuestro país: La carterización.
Al igual que con la telefonía fija, distintas ramas del mercado, las más influyentes en la economía, están carterizadas y su consecuencia inmediata es lógica: Tarifas altas para servicios de mala calidad.
Ocurre con las compañías de celulares como el ejemplo más notorio, pero también ocurre con los supermercados, eslabón clave y determinante a la hora de la suba de precios en los productos.
Podríamos pensar una por una, las ramas de la economía, e iremos encontrando que pese a la vigencia de una ley antimonopólica o por la propia laxedad de la misma, en cada caso existen dos o tres – cuando no es una sola- empresas que concentran más del 80% del mercado y operan acordando precios.
La competencia en los supuestos términos liberales del mercado que se autorregula no existe - nunca existió, mal que les pese a los charlatantes de la derecha argentina-, y por el contrario nos encontramos con oligopolios que forman precios y venden productos y servicios, en muchos casos, lamentables.
Es la herencia del neoliberalismo, desde la apertura económica de Martínez de Hoz, que inició la destrucción de nuestra industria, hasta la reforma del Estado menemista, que significo su vaciamiento en cuanto a herramientas para intervenir mientras la economía se concentraba cada vez más. 
Con ello convivimos y lo sufrimos a diario, los argentinos, y contra ello, el Gobierno deberá avanzar con políticas variadas que permitan al Estado seguir recuperando su rol como ordenador.

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