martes, 14 de febrero de 2012

Una aproximación al debate sobre la minería.

Desde hace algunos días, el multimedios Clarín y sus socios intentan instalar una visión demonizada y por demás simplista, sobre la problemática entorno a la minería.
Lejos de buscar un debate profundo y abarcador, intentan naturalizar un enfoque basado en el puro consignismo ambientalista, tantas veces alejado de la realidad, que parte de un supuesto fundante por lo menos discutible, e invisibiliza varios aspectos a considerar.
El supuesto madre señala: La minería y su variante a gran escala, la mega minería, contaminan el medioambiente de forma destructiva e irreparable.
Permítaseme dudar de ello por dos cuestiones.
La primera es que resulta por lo menos aventurado, homologar todo proceso de extracción de metales como si fueran, cada uno de ellos, efectuados por repetición y en terrenos idénticos.
La imposibilidad para aseverar una igualdad comprobada y su consiguiente grado de contaminación, necesariamente lleva al análisis de cada caso y a la segunda cuestión que reside en precisamente en preguntarse si en los casos visualizados por el multimedios y sus amigos, se han realizado estudios de impacto ambiental previo.
Como entiendo que esto no ha ocurrido, sería deseable que antes de instalar afirmaciones inexactas en la opinión pública se solicitaran dichos estudios.
En cuanto a los aspectos invisibilizados, se puede indicar que jamás se precisan los puestos de trabajo y el movimiento económico general que un emprendimiento minero puede generar hacia la localidad o localidades cercanas, algo no menor considerando que esas localidades viven o tienen gran parte de su economía ligada a esa empresa.
Tampoco se hace referencia alguna sobre la potestad que cada provincia tiene de explotar sus recursos naturales según la Constitución Nacional, dato central para entender como esta estructurado el andamiaje legal bajo el cual se desarrolla la minería.
Resulta una obviedad remarcar que cualquier debate serio necesita contemplar estos aspectos, así como necesita poner en la balanza de costos y beneficios cada explotación minera en particular, y fundamentalmente el modelo privatista imperante bajo el cual las provincias mineras reciben regalías a modo de pago por permitir la extracción y el atesoramiento de los metales que las empresas efectúan.



Compañero Ikal Samoa

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