lunes, 16 de noviembre de 2015

Debate.



Una velada histórica, se cansaron de repetir todos los medios privados, en los días previos y ayer mismo, en el inicio de la transmisión en cadena nacional – ésta parece que no le molesto a los medios opositores-, del debate que organizó la ONG Argentina Debate y se celebró en la Facultad de Derecho de la UBA.
Era lógico, la concreción del anhelado (por ellos) espacio unificado de contienda de cara al Ballotage del próximo domingo, es, sin dudas, la más grande victoria de la telepolítica en nuestro país.
Dicho esto, No se puede obviar que el escenario se pensó y se ejecutó en pos de favorecer las chances del candidato de la Alianza Cambiemos, Mauricio Macri, tanto por las temáticas pautadas como por la participación de dos periodistas abiertamente opositores de los tres que oficiaron formalmente como moderadores; entiéndase, Daniel Scioli se vio forzado a jugar decididamente de visitante, lo cual, en televisión, se ve potenciado por la naturalización del hecho en sí.
Ahora bien, avanzando sobre el análisis, cabe destacar que los debates de la telepolítica se juegan en dos dimensiones que a su vez, influyen la una sobre la otra según el momento: La que uno supondría es la más importante aunque existen sobrados casos que ponen en crisis su supuesta preminencia, de la discusión de proyectos e ideas; y la que engloba lo que tiene que ver con la imagen y lo gestual, la estética si se quiere.
El tiempo de puesta en escena está atravesado sistemáticamente por la segunda, mientras que la primera puede lograr preeminencia en los momentos en que los candidatos toman la palabra siempre dependiendo de cómo sean los planos de transmisión y las decisiones que toma el director de cámaras; hombre tan clave como oculto.
Tomando en cuenta todo esto, bien se puede leer que respecto de la primera dimensión, ambos candidatos cayeron en lo esperable respecto de sus discursos, aun cuando Mauricio Macri inició su participación de manera muy agresiva, algo que causo el efecto esperado al evidenciar los nervios iniciales de un Daniel Scioli que sin embargo, se repuso con el transcurrir de la jornada y mostro seguridad al tiempo que fue capaz de poner sobre el tapete las flaquezas de su rival.
Ninguno de los dos se salió de los ejes en los que han venido trabajando en sus campañas, y probablemente en ello, el candidato peronista tiene una mayor fortaleza; propia del que habla de políticas concretas confrontadas con lo escaso que ha mostrado su rival respecto de ello – el discurso de “La revolución de la alegría” con todos sus slogans y frases hechas se pone en crisis cuando se pone en evidencia su vacío que funciona para esconder-, pero que bien le permite exponer la idea de los dos proyectos de país en pugna.
Tras la sorpresa inicial, Scioli dio cuenta de políticas concretas a desarrollar, y se mostró firme, con ideas claras y consistentes, frente a la vaguedad de Macri; al cual se lo vio trastabillar un par de veces producto de los nervios – la batalla de los furcios arrojó un resultado de uno para el primero y tres para el segundo-.
Entonces, en esta primera dimensión bien se puede inclinar la balanza en favor del candidato peronista aunque por un margen tan estrecho como esperado.
Respecto de la segunda dimensión; la estética, el candidato del Frente para la Victoria inició ganando respecto de la vestimenta – el traje con la corbata celeste y camisa blanca sumado a la escarapela versus el traje sin corbata y camisa desabrochada dan la idea de una contienda entre “un presidente” y “un candidato a”-, pero tuvo sus altibajos en lo gestual que evidenciaron el nerviosismo que se fue disipando con el correr de los minutos.
Por el contrario, el opositor, se mostró canchero y suelto desde el inicio, pero tuvo una peligrosa actitud soberbia y sobradora que contrastó con los pasajes en los que se observó su nerviosismo al límite de perder los estribos.
Bien podría decirse que en lo que hace a la imagen la pequeña luz de ventaja la podría haber sacado el candidato de la Alianza con el beso del final con su mujer, pero ello puede ponerse en tela de juicio si se pone el foco en el momento inmediatamente anterior, cuando tras el cierra de las palabras finales de Daniel Scioli, resonaron los aplausos y la ovación sólo interrumpida por el moderador, Rodolfo Barili en ese momento, quién pidió silencio primero, y un aplauso para ambos después.
Si Macri llegaba al debate como el favorito que venía a reiterar lo que él y sus laderos repiten desde el 25 de octubre, sobre como la elección estaría definida, su andar por el debate puso en duda esa pretensión de validez.
Respecto de Scioli, pareciera haber logrado el objetivo de poner en crisis la idea del cambio a partir de mostrar, en alguna medida con mayor claridad que antes, que su rival es el candidato del ajuste; algo que, junto a su postura en la puesta en escena, le han permitido por lo menos, subirse nuevamente a una pelea que durante semanas, la oposición intento instalar como terminada.
De cualquier forma, es claro que estas apreciaciones son sólo eso, y que la gran incógnita, gira entorno a como habrá sido tomada toda la puesta en escena y en particular, el andar de cada candidato en un debate que nunca estuvo ni cerca de escapar a los márgenes de lo previsible, por las dos franjas de votantes a las cuales iba dirigida: Quienes están indecisos y quienes estarían dispuestos a cambiar la opción que eligen hasta ahora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que desespera, es VER, que UDS. quedaron sordos, ciegos y..., mudos !
Solo repiten, los mismos estribillos de siempre ! Totalmente sin contenido ! Repiten, exactamente lo que 'la desastrosa' inventó, desde el primer dia !
No se dieron cuenta, que 'ella', ya se calló ? Porque entendió que la cagó ! Uds., no ! Siguen repitiendo, como loritos ! Es muy triste verlos tan enfermos !

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