En Grecia, lejos de respirarse nuevos aires, la cosmovisión neoliberal imperante continúa echando nafta al incendio que esta consumiendo el país.
Tras sacar del camino al ya ex primer ministro Papandreu, a causa de su única y tardía idea medianamente racional – la de convocar un referendum para que el Pueblo decida si apoya el ajuste inhumano que le impone la Unión Europea-, las corporaciones que conforman el complejo entramado capitalista financiero imperante han logrado colocar un digno alumno de la Escuela de Chicago capas de concretar el macabro plan de ajuste.
El economista Lucas Papademos, quien confirmo hoy que será el nuevo primer ministro – no lo voto nunca nadie pero son las cosas del tantas veces disparatadamente endiosado sistema parlamentarista-, será quien se encargue de administrar la economía griega, eso si, siempre defendiendo los intereses de los capitales concentrados tal cual mandan Alemania y Francia, y obviamente los mercados.
De ésta manera, Grecia viaja sin escalas al infierno neoliberal que en padecimientos concretos para su Pueblo se traducirá en la destrucción del Estado y su reducción a garante de los negocios corporativos, y el crecimiento sostenido de desocupación, pobreza y hambre.
El cumplimiento de lo que denominan el acuerdo con la UE que en la práctica no es otra cosa que la entrega de cualquier vestigio existente de la soberanía económica griega a cambio de los espejitos de colores de la liquidez, es el único objetivo del nuevo primer ministro, aún a sabiendas de que sus ¿socios?, no tienen interés alguno por Grecia y su Pueblo.
Papademos es conciente de que las únicas motivaciones de ellos son salvar al Euro y con ello salvaguardar los intereses del mercado, y es conciente porque también son sus motivaciones.
Con el traje de técnico neoliberal a medida y ese discurso característico de la antipolítica que ya inauguró al afirmar hoy que el no es un político, este Chicago boy buscará imponer aquel relato bien útil a sus fines, ese que se llena de excusas para ajustar al Pueblo y exime de culpa y cargo a los capitales concentrados de la economía.
Compañero Ikal Samoa
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