Es indudable que ayer no fue un Día de la Militancia Peronista más y desde luego, eso pudo palparse no sólo por el significado histórico que la jornada posee, sino también por el momento político que vivimos y construimos a diario.
A la dimensión histórica que tuvo aquel 17 de noviembre de 1972 y su implicancia, inclusive en la construcción subjetiva del movimiento nacional y popular, se le ha sumado necesariamente este nuevo capitulo popular que estamos atravesando.
Un capitulo que ha recuperado la militancia y ha puesto nuevamente a la política en el centro de la escena, desde su lugar de pertenencia; desde su sentido indelegable como herramienta única de transformación social.
Un capitulo que genera participación; compromiso; y potencialidad creadora.
Un capitulo que tuvo a Néstor Kirchner como fundador, como iniciador de este proceso histórico que ha puesto sobre el tapete las discusiones de fondo y ha logrado enamorar a los sectores populares durante tantos años pisoteados por el neoliberalismo.
Lógicamente, el día de ayer no podía ser uno más porque aunque pretenda ser invisibilizada, la militancia fluye a lo largo y ancho del país como fluyen las ganas; las ideas; y las prácticas transformadoras.
El día de la militancia peronista ha tenido un renacer con nuestro proceso histórico, y lo ha tenido porque somos millones los que nos organizamos y levantamos las banderas de la Independencia Política, la Soberanía Económica y la Justicia Social.
Compañero Ikal Samoa
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