Desde el día viernes, los argentinos venimos sufriendo una ola de comunicación cipaya que camina entre lo burdo y lo insólito.
Es que el consenso mediático ha destinado sus espacios comunicativos mas importantes - cuando no ha destinado todos sus espacios- ha realizar un seguimiento con apoyo incondicional y acrítico a lo que uno podría titular justamente como los días en que revivimos el medioevo.
Iniciando con la cobertura espectacularmente benevolente de lo que fuera la boda del heredero al trono del imperio británico, el príncipe William; tal es su título nobiliario, para luego adentrarse en la beatificación bien de época del cuanto menos ultraconservador Karol Wojtyla – más conocido por su nombre monárquico Juan Pablo II-, y concluyendo con las alabanzas hacia el premio Nobel de la paz, Barak Hussein Obama, por mandar a asesinar a un confirmadamente desarmado Osama Bin Laden junto con otras personas – musulmanes como éste- que lo acompañaban en su residencia.
Sonaría increíble si uno no conociera el discurso que se busca imponer desde el establishment mediático, lo dantesco de la cobertura que efectuaron sobre la boda real inglesa.
Una cobertura que nos mostró un cuento de hadas y príncipes azules, y opto por esconder el significado intrínsecamente antidemocrático y autoritario de una monarquía que refleja los peores resabios de la sociedad precapitalista.
Justo desde ese consenso que se llena la boca hablando de la defensa de la democracia, se decidió mostrar a la boda real como la boda del siglo.
Justo desde ese consenso que se rasga las vestiduras cada 2 de abril recordando la gesta de Malvinas, se define pisotear la memoria de los jóvenes caídos alabando un hecho imperial.
La cobertura ni siquiera se atrevió a emitir palabra alguna sobre la asquerosa opulencia de una celebración elitista, mientras la sociedad inglesa, por no decir la europea, atraviesa la peor crisis económica de su historia.
El contraste entre los recortes educativos impuestos por el gobierno conservador de David Cameron y avalados por la realeza británica, y la lujuriosa fiesta de esos ricos parásitos de la sociedad da cuenta de ello.
Pero la continuidad de la comunicación cipaya no concluyo ahí, pues el domingo tempranito nos vinieron a contar cuan supuestamente hermoso y bondadoso fuera Juan Pablo II, ese que se encargo con mucho empeño de echar a los curas del tercer mundo de cualquier posibilidad de ascenso en la Iglesia en pos de sostener los preceptos más anacrónicos y fascistas.
Ese que teólogos como el profesor emérito de Teología Ecuménica Hans Küng, catalogó de “intolerante e indispuesto al diálogo” y se explayo destacando que “su magisterio fue autoritario con el que reprimió los Derechos Humanos de las mujeres y los teólogos”.
Ese mismo, que sostuvo con vehemencia el rancio machismo y las posiciones homofóbicas, que continuó con la falta de autocrítica por todos los delitos de lesa humanidad en los que participó la institución en los últimos 200 años, y que pregonó una vuelta al oscurantismo mas acérrimo.
Para concluir el retorno a la Edad Media, el domingo por la noche nos anoticiaron, enorme jolgorio mediante, que Osama Bin Laden estaba muerto en otra típica construcción falsa de la realidad.
Y digo construcción falsa no por la duda que genera si realmente lo mataron, sino porque se cuidaron muy bien de llamar a las cosas por su nombre y decir que Obama asesinó a Osama.
O si nos brindaran el derecho a la duda podríamos afirmar que un asesino mató a otro.
Con la visión acrítica en plena danza, los multimedios hegemónicos nos vinieron a imponer cual farmers del midwest que, como contó el presidente yanqui, el asesinato de Bin Laden era un acto de justicia y hacía un mundo más seguro.
La realidad no se puede hablar de justicia cuando un acusado no tiene un juicio justo con la posibilidad de una legítima defensa, lo ocurrido suena más a venganza.
De la misma forma mientras Obama nos contaba el cuento del mundo más seguro al que ahora asistiríamos, desde el pentágono así como desde todos los servicios secretos de Europa expresaban que están en alerta máxima.
Quizás, el colmo del cipayaje haya sido observar como ninguno de todos estos seudo periodistas que defienden los intereses de los multimedios fue capas de poner sobre el tapete que la operación hecha por Estados Unidos implicó la intromisión en un país que continúa subsumiendo su soberanía al imperio.
En consonancia con ello tampoco hubo disenso alguno respecto a como se hizo la matanza, ni a si debería haberse capturado a Bin Laden para sentarlo ante un tribunal aún ante la confesión del vocero de la Casa Blanca quien aseguro que no estaba armado.
Realmente esta nueva ola de comunicación cipaya no sorprende, pues conocemos el férreo coloniaje al que se somete el consenso mediático; de hecho es intrínseco del mismo.
Pero resulta necesario marcarlo, dar una reflexión que se permita plantear como, quienes se erigen como adalides de la democracia; las instituciones republicanas; y la prensa libre, desde el viernes intentan introducir a la sociedad argentina en un mundo medieval donde las realezas disfrutan a costa del resto; la Iglesia reivindica sus formas ultraconservadoras; y se alaba como actos de justicia la matanza de musulmanes.
Compañero Ikal Samoa
1 comentario:
Qué asco, por favor.
Es verdad; una semana de comunicación repulsiva. Y en el medio, el asesinato de 3 bebes (los nietos de Kadafi) de lo que hicieron un silencio siniestro.
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