Es con enorme dolor que escribo estas líneas porque siempre sentí una cercanía importante, política e ideológica, al pensamiento y la acción del actual presidente del hermano país Uruguay.
Sin embargo, en estos días me he sentido como tantos, defraudado ante sus definiciones y argumentos.
Hace un tiempo ya que Mujica venía caminando peligrosamente por la delgada - pero a la vez muy marcada - línea que separa los conceptos de memoria; verdad; y justicia, de los de olvido; perdón; e impunidad.
Basta recordar su visita en marzo al ex General Miguel Dalmao, preso por delitos contra los derechos humanos desde noviembre del año pasado, la cual justificó expresando que quería interiorizarse sobre el estado de salud de aquel.
Pero ahora ha ido un paso más allá, al tomar una definición pública que se desprende de la tristísima misiva que envió a los diputados del Frente Amplio instándolos a rever la posible aprobación del proyecto de ley que dejaría sin efecto la nefasta Ley de Caducidad.
Con su mensaje, el presidente de nuestro hermano país ha dejado bien en claro que no tiene voluntad alguna de asumir la responsabilidad de llevar adelante un proceso tan fundamental como es el de romper las barreras legales que brindan la máxima impunidad posible a los genocidas, y avanzar en construir una Patria con memoria y justicia; una patria sana.
Argumentando que “la gran divergencia es aparecer ante el pueblo pasándoles por arriba a dos plebiscitos” - recuérdese los plebiscitos llamados para anular la Ley de Caducidad en los que en ambas oportunidades triunfo la negativa-, y que ello pondría en peligro la victoria electoral en los comicios de 2014 porque sería “embarrarle la pista a la futura fórmula política del Frente Amplio”, Mujica da cuenta de su definición política.
Ahora bien, resulta incomprensible que él, que sabe bien que esa norma es inconstitucional y viola todos los tratados internacionales firmados por Uruguay, decida anteponer su temor especulativo personal sobre como podría quedar parado el gobierno ante la opinión pública.
Él bien sabe que la dimensión práctica de la política, siempre necesita de la lucidez pragmática para ejecutar la definición correcta en circunstancias no ideales, e inclusive con medios que a veces distan de lo deseado.
Y éste caso no escapa a esas generales, pero resulta imperioso resolverlo porque se trata de una norma que encubre los delitos de lesa humanidad cometidos, y protege a sus autores materiales e intelectuales.
Por ello no puede haber lugar para pretextos, sean ellos por dudas o por especulaciones que tiene más en cuenta el oportunismo electoral que la cimentación de las bases necesarias para llevar adelante un proyecto popular.
Porque es eso lo que José Mujica nos da a entender cuando solicita no poner en peligro la supuesta victoria electoral en 2014, aunque ello implique dejar de lado las banderas; las convicciones; y la forma de pensar y construir política.
Pareciera ser que ahora valora más el mantenerse en el gobierno que dar las disputas que hay que dar para transformar una sociedad, para conducirla por el camino de la soberanía económica; la independencia política y la justicia social.
Eso es un error garrafal, de concepción y fundamentos, y así como se lo marco, le solicito repiense su posición por las memoria; verdad; y justicia de los desaparecidos y asesinados, y del Pueblo Uruguayo todo.
Compañero Ikal Samoa
2 comentarios:
“Si nos convencemos de que debemos dejar por el camino nuestra identidad, no importará cuáles sean los resultados electorales: estaremos derrotados aunque ganemos”
De la respuesta de los frenteamplistas frente a una nueva decepcion del FA ebne l gobierno como el veto de Tabare impresebntable que llevoa su renuncia del PS
Un abrazo
Me sorprendió mucho esa actitud.
Cordialmente,
Yo.
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