La salidera bancaria ocurrida hace unos días en La Plata con las consecuencias de público y notorio para las victimas, ha sido la excusa perfecta para el recrudecimiento del discurso sobre la seguridad.
Intentando imponer a la sociedad en su conjunto esa visión que busca escindir este tipo de hechos de situaciones socioeconómicas escandalosas, el bombardeo mediático acompañado por la derecha institucional y funcionaria, nuevamente nos trae las soluciones mágicas que carecen de toda posibilidad para afrontar seriamente la denominada inseguridad.
Una vez más nos encontramos ante recetas mentirosas como la implantación de servicios militares con otro nombre para educar a los chicos pobres, la solicitud de mas leyes que permitan actuar a la policía – entiéndase habilitarla a ejercer todo tipo de violencia-, e inclusive los pedidos de pena de muerte para los “delincuentes”.
Una vez más nos encontramos con ese discurso fascista que utiliza el concepto derechos humanos para atarlo a cualquier hecho de violencia buscando defenestrarlo, y marcando cuan opuesto estaría a las nociones de orden y respeto.
Pero este discurso simplista que otrora ha devenido en políticas con consecuentes fracasos estrepitosos, y además dejando previsibles aumentos en los casos de brutalidad policial represiva y gatillo fácil, es incapaz de resistir un mínimo análisis con cierta rigurosidad.
Atendiendo a las causas que llevan a los hechos de inseguridad, nos encontramos siempre con mundos socioeconómicos complejos, en ocasiones desgarradores, que rodean a los “delincuentes”.
Nos encontramos con familias que muchas veces atraviesan su desarrollo en el mejor de los casos, en la cornisa del sistema y que no tienen acceso a condiciones de vida dignas en el sentido más amplio que podamos darle a ello.
Nos encontramos con hijos de esas familias que no tienen posibilidades materiales de acceder siquiera a imaginar futuros mejores, y a ello debemos sumar situaciones de violencia cotidiana tanto en el seno familiar como dentro de la comunidad en la que sobreviven.
Todos estos componentes que estas familias y estos hijos vienen sufriendo son los generadores de esa inseguridad, y todos estos componentes son a su vez consecuencia directa del desarrollo de una sociedad que durante años ha sido incapaz de pensar en incluirlos, que durante años ha sido incapaz de concebirlos como iguales y les a dado el trato mas humillante y despectivo posible.
Uno podría pensar sin temor a equivocarse entonces que a las necesidades descriptas que ya son una justificación suficiente para cometer un ilícito, se les suma todo el contenido de segregación social, y que en ambos componentes la sociedad es la responsable y culpable.
En base a esto uno se pregunta: ¿Porqué una persona que viene sufriendo ambos componentes descriptos debería respetar a una sociedad que es la responsable y culpable de sus padecimientos y el de sus seres queridos?
El camino de la responsabilidad como una sociedad que profundice la distribución mas equitativa de la riqueza, la igualdad inclusiva y la justicia social es el único posible, racional y real para afrontar el problema de la denominada inseguridad, nimio frente a los componentes que lo originan.
Intentando imponer a la sociedad en su conjunto esa visión que busca escindir este tipo de hechos de situaciones socioeconómicas escandalosas, el bombardeo mediático acompañado por la derecha institucional y funcionaria, nuevamente nos trae las soluciones mágicas que carecen de toda posibilidad para afrontar seriamente la denominada inseguridad.
Una vez más nos encontramos ante recetas mentirosas como la implantación de servicios militares con otro nombre para educar a los chicos pobres, la solicitud de mas leyes que permitan actuar a la policía – entiéndase habilitarla a ejercer todo tipo de violencia-, e inclusive los pedidos de pena de muerte para los “delincuentes”.
Una vez más nos encontramos con ese discurso fascista que utiliza el concepto derechos humanos para atarlo a cualquier hecho de violencia buscando defenestrarlo, y marcando cuan opuesto estaría a las nociones de orden y respeto.
Pero este discurso simplista que otrora ha devenido en políticas con consecuentes fracasos estrepitosos, y además dejando previsibles aumentos en los casos de brutalidad policial represiva y gatillo fácil, es incapaz de resistir un mínimo análisis con cierta rigurosidad.
Atendiendo a las causas que llevan a los hechos de inseguridad, nos encontramos siempre con mundos socioeconómicos complejos, en ocasiones desgarradores, que rodean a los “delincuentes”.
Nos encontramos con familias que muchas veces atraviesan su desarrollo en el mejor de los casos, en la cornisa del sistema y que no tienen acceso a condiciones de vida dignas en el sentido más amplio que podamos darle a ello.
Nos encontramos con hijos de esas familias que no tienen posibilidades materiales de acceder siquiera a imaginar futuros mejores, y a ello debemos sumar situaciones de violencia cotidiana tanto en el seno familiar como dentro de la comunidad en la que sobreviven.
Todos estos componentes que estas familias y estos hijos vienen sufriendo son los generadores de esa inseguridad, y todos estos componentes son a su vez consecuencia directa del desarrollo de una sociedad que durante años ha sido incapaz de pensar en incluirlos, que durante años ha sido incapaz de concebirlos como iguales y les a dado el trato mas humillante y despectivo posible.
Uno podría pensar sin temor a equivocarse entonces que a las necesidades descriptas que ya son una justificación suficiente para cometer un ilícito, se les suma todo el contenido de segregación social, y que en ambos componentes la sociedad es la responsable y culpable.
En base a esto uno se pregunta: ¿Porqué una persona que viene sufriendo ambos componentes descriptos debería respetar a una sociedad que es la responsable y culpable de sus padecimientos y el de sus seres queridos?
El camino de la responsabilidad como una sociedad que profundice la distribución mas equitativa de la riqueza, la igualdad inclusiva y la justicia social es el único posible, racional y real para afrontar el problema de la denominada inseguridad, nimio frente a los componentes que lo originan.
Compañero Ikal Samoa
2 comentarios:
A toda tapa en Clarin, hoy.
Pero en la tapa de Tiempo Argentino aparece la declaración de la viuda de Graiver donde testifica que Magnetto la miró fijo en el '76 y le dijo:
"Firme señora o le va a costar la vida de su hija y la suya".
(por el traspaso claro, de Papel Prensa).
Una belleza, eh. Me parece que en Gran diario argentino nu hubo mención del asunto...
Bancamos a Cristina y al gobierno popular¡¡¡¡¡
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