El día del silencio.

Con la lluvia como telón en el cemento porteño, al menos hasta ahora, hoy es el denominado #18F – título como parte del marketing-, día de la convocatoria de varios sectores opositores con varios títulos/ argumentos/ quejas.

Fueron cinco fiscales, los que iniciaron la movida a principios de mes, aduciendo – en ese momento porque luego volvieron sobre sus razones una y otra vez- que el motivo de la convocatoria era pedir “justicia” – Sí, fiscales pidiendo justicia-, por quién ellos definieron como “su compañero asesinado”, a lo que sumaron la idea del homenaje al difunto que según creen, no fue homenajeado como consideran debió serlo.

Inmediatamente, se sumaron medios, organizaciones y referentes institucionales; gremiales; y de otras yerbas, todos ellos opositores, necesitados de endilgarle la muerte de Alberto Nisman al Gobierno Nacional, también partiendo de lo que dan como una certeza: El asesinato.

Al margen de la certeza que por ahora está lejos de ser tal según lo que obra en el expediente judicial, e inclusive de la participación que parece haber confirmado al menos una parte del núcleo familiar del difunto que vale decirlo, tiene motivos no susceptibles de cuestionamiento o crítica alguna, lo cierto es que el #18F ha sido instalado en la agenda publicada a fuerza de la repetición única que poseen los multimedios de comunicación; hábiles aprovechadores de casos que generan conmoción en alguna parte de la sociedad.

Partiendo de esa base, y sabiendo que toda lectura que se pueda hacer de lo que acontezca deberá ser tamizada no sólo por la idea del homenaje, sino también por el conocimiento previo de una utilización del evento para exponer diversos descontentos, si se puede aventurar que la denominada marcha del silencio tendrá una convocatoria importante.

Con esta premisa, resulta fundamental que la misma se desarrolle en tranquilidad y sin contratiempos porque se sabe, es un hecho político con el que varios sectores buscaran lucrar sea cual sea la foto que deje.