Hoy se cumplen 40 años del día en que derrocaron el gobierno
constitucional de Salvador Allende en Chile.
El golpe cívico- militar fue protagonizado por la FFAA conducidas por Augusto Pinochet, quienes irrumpieron a sangre y fuego en el Palacio de la Moneda, pero fue gestado por los dueños de la minería con la activa participación de los Estados Unidos.
Los apropiadores de las riquezas chilenas, la derecha fascista que durante décadas había hecho un país para pocos, no podía soportar un gobierno que privilegiara a los intereses del pueblo; no podía permitir que las políticas de reformas estructurales llevadas adelante por Allende y la Unidad Popular, empezaran a cambiar la realidad chilena.
No podía porque las reformas estructurales implicaban justamente una redistribución equitativa de la riqueza; un proyecto de país que daba respuesta a las necesidades de las grandes mayorías; de los trabajadores, los pobres y los desprotegidos, y esa democratización del poder atentaba directamente contra sus intereses particulares, como contra los de su principal socio extranjero, quien apostaba a sostener una Latinoamérica pobre y sumida a su dominación política y económica.
Por ello el golpe, para arrasar con el Gobierno Popular de Salvador Allende y reorganizar el Estado para garantizar la eterna desigualdad social.
El golpe cívico- militar fue protagonizado por la FFAA conducidas por Augusto Pinochet, quienes irrumpieron a sangre y fuego en el Palacio de la Moneda, pero fue gestado por los dueños de la minería con la activa participación de los Estados Unidos.
Los apropiadores de las riquezas chilenas, la derecha fascista que durante décadas había hecho un país para pocos, no podía soportar un gobierno que privilegiara a los intereses del pueblo; no podía permitir que las políticas de reformas estructurales llevadas adelante por Allende y la Unidad Popular, empezaran a cambiar la realidad chilena.
No podía porque las reformas estructurales implicaban justamente una redistribución equitativa de la riqueza; un proyecto de país que daba respuesta a las necesidades de las grandes mayorías; de los trabajadores, los pobres y los desprotegidos, y esa democratización del poder atentaba directamente contra sus intereses particulares, como contra los de su principal socio extranjero, quien apostaba a sostener una Latinoamérica pobre y sumida a su dominación política y económica.
Por ello el golpe, para arrasar con el Gobierno Popular de Salvador Allende y reorganizar el Estado para garantizar la eterna desigualdad social.
Por ello la búsqueda de un escarmiento aleccionador, que
impida a Chile cuestionarse jamás el modelo de país.
Por ello la vigencia de los dos demonios; de las faltas constantes a la verdad histórica; y de la impunidad garantizada desde el Poder Judicial y desde el intocable pedestal de las FFAA.
Hoy se cumplen 40 años del día en que Chile fue despojado de su último Gobierno Popular, y pese a la política del olvido llevada adelante en todo este tiempo, Allende y su legado siguen vigentes en Chile y en movimientos populares de toda América Latina.
Por ello la vigencia de los dos demonios; de las faltas constantes a la verdad histórica; y de la impunidad garantizada desde el Poder Judicial y desde el intocable pedestal de las FFAA.
Hoy se cumplen 40 años del día en que Chile fue despojado de su último Gobierno Popular, y pese a la política del olvido llevada adelante en todo este tiempo, Allende y su legado siguen vigentes en Chile y en movimientos populares de toda América Latina.
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