Una reflexión sobre el legado de Chávez.

El paso a la inmortalidad del patriota latinoamericano, Hugo Chávez Frías, impone una reflexión sobre su legado.

Un legado que tiene distintos niveles porque el Comandante supo estar presente en la vida política venezolana, pero también ha sido clave en la vida política continental y mundial.

Un legado que en un primer nivel donde se da cuenta de las transformaciones que han cambiado la vida del pueblo venezolano en materia de educación; salud; trabajo; y desarrollo social.

Es indudable la concreción de políticas públicas que han mejorado todos los índices sociales de la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Respecto del segundo nivel, que comprende la ligazón con el anterior, y de allí una necesaria apuesta en la construcción de la cooperación sur- sur y de la Patria Grande, apostando a relaciones capaces de romper con la lógica mercantil imperante del costo- beneficio, cabe destacar que Chávez nos deja con un camino recorrido y un trabajo realizado que se traduce en políticas y organismos fortalecidos como el MERCOSUR y la UNASUR.

También su paso en la cooperación sur- sur no ha sido menor ha la hora de pensar las relaciones políticas y comerciales con distintos países de otras regiones del mundo.

Pero hay un tercer nivel, que en definitiva es el fundamental porque es el que guarda la capacidad de continuar profundizando la Revolución Bolivariana, así como fortaleciendo el camino de la unidad latinoamericana y la estrategia internacional de los países periféricos.

Es el nivel donde reside el potencial y la capacidad creadora para avanzar en la senda de la justicia social; es el que comprende el poder del pueblo organizado; el de la militancia; el que se expresa en esa marea roja que desde el mismo instante que se conoció la noticia ha salido a las calles a demostrar su amor.

Porque es en la organización popular, en donde su legado tiene una fortaleza propia.

Porque es en esa marea roja, así como en toda la militancia latinoamericana que hoy le rinde homenajes, donde radica la potencialidad para seguir construyendo sociedades más justas y humanitarias.