Sufrimos, en los últimos dos días, un nuevo bombardeo de los
multimedios opositores destinado a instalar el tema del dólar ilegal en la
agenda pública.
No casualmente, y como suele ocurrir cada vez que el
Gobierno Nacional y Popular adopta alguna medida en referencia al turismo en el
exterior, la cadena nacional opositora realiza su masivo ataque buscando
generar pánico social.
Conocedores de la permeabilidad de cierto sector medio a sus
discursos y a la cuestión cultural que ataña los vaivenes del tipo de cambio,
los multimedios operan jugando a generar un clima de incertidumbre que colabore
con la especulación financiera que busca la
desestabilización económica.
En su conjunto, lo que bien puede denominarse como un intento
de golpe de mercado – uno más y van unos cuantos de 2003 a la fecha-, al cual le
sobran inconsistencias para ser efectivo.
Y digo que le sobran inconsistencias porque más allá del
alarmismo que plantean los reiterados títulos de los medios, la suba o baja del
dólar en el mercado ilegal, es irrelevante en el mercado financiero del país.
Tan irrelevante que las operaciones en el mercado ilegal no
llegan a ser el 4% del total de las operaciones, haciendo que el mismo este
completamente marginado de la economía.
Cabe agregar que la política de desendeudamiento llevada
adelante en esta década ganada ha permitido que el Estado Nacional no esté
atado a la timba financiera internacional, algo fundamental sobretodo en este
momento de histórica crisis en los países centrales, y que el nivel de reservas
existentes en BCRA - U$S 43.290 millones según datos de febrero del corriente-,
permitiría una sólida intervención ante cualquier intento de corrida bancaria.
En estos datos radican las inconsistencias para la fallida
intentona, que justamente es fallida por las políticas implementadas con el
objetivo de construir una economía productiva y ajena a la especulación.
Es evidente que tampoco esto último escapa a los voceros del
dólar ilegal, quienes a pesar de conocer las inconsistencias insisten, porque
su táctica habitual es jugar al desgaste.
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