Todo dispuesto, tenía el macrismo, para el aumento del 40%
en la tarifa de los subterráneos, pero haciendo lugar a una medida cautelar, el
juez Pablo Mantaras del Juzgado
Contencioso Administrativo y Tributario Nº 3, definió frenarlo y exigió a la municipalidad
de la CABA que en el plazo de dos días presente ante ese
juzgado un informe del cual resulten los antecedentes que motivaron a la medida
adoptada.
Desde luego, el
macrismo ya se ocupa de enumerar las excusas que presentará en un escrito ante
el juez, al tiempo que esboza disparates que no esconden su impotencia ante el
suceso.
“No nos van a parar.
Acá aumenta todo en la
Argentina todo el tiempo. El otro día fui a comprar para
hacer un asado y me quedé espantado cómo subieron los precios en un mes. Y con
esto pasa lo mismo” lanzó un enfurecido Rodríguez Larreta en el programa
de su amigo Marcelo Longobardi.
Ahora, si analizamos con detenimiento la incapacidad
argumentativa del jefe de gabinete pro, se evidencia que no es un argumento legítimo
el hecho de que todo aumentase, si así fuera cierto – cabe recordar que sigue
vigente un acuerdo de precios por el cual supermercados y minimercados no han
aumentado desde febrero los productos básicos-, pues los precios de los
productos de consumo final no son parte de los insumos del servicio de subterráneos.
Pero aún cuando Rodríguez Larreta estuviera en lo cierto, y
el aumento del asado fuera determinante en la tarifa de los subtes, su
argumento sigue gozando de la ilegitimidad de quien considera al transporte público
sólo con la lógica empresaria del costo beneficio.
El pro se reusa sistemáticamente a discutir al transporte
público en términos de un derecho para los habitantes; en términos de un bien
social que necesariamente escapa a esa mirada liberal escueta y macabra que sólo
lo piensa en tanto gasto.
El pro no pretende discutirlo en estos términos porque no le
interesa el transporte público, máxime el subterráneo que es un transporte
deficitario y subsidiado en todas las urbes que lo poseen.
Por ello la necesidad de salir con excusas que resultan insultantes a los pasajeros del subte, y que ratifican que el "no nos van a parar" se traduce en: Vamos a seguir haciendo una ciudad para pocos.
Por ello la necesidad de salir con excusas que resultan insultantes a los pasajeros del subte, y que ratifican que el "no nos van a parar" se traduce en: Vamos a seguir haciendo una ciudad para pocos.
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