La foto que la oposición no quería.

“Nunca un papa me había besado”, fueron las palabras de la Presidenta de todos los argentinos, Cristina Fernández, tras el saludo de Francisco, el flamante sumo pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana, en el encuentro entre ambos, concluido hace instantes, en el Vaticano.
Pese a las mentiras expuestas durante los últimos días por los opositores Clarín; La Nación; Perfil; e Infobae, nuestra Jefa de Estado ha sido la primera entre sus pares en tener una reunión con Bergoglio, desde que éste ocupa el trono de la santa sede.
El encuentro entre ambos – con almuerzo incluido-, fue definido por el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, como “un gesto de cortesía, de atención hacia Argentina y su presidenta” de parte del Papa quien mañana tendrá su asunción oficial.
Desde luego, es un gesto de cortesía que muy bien no ha de caerle a los opositores que continúan apostando por un intervencionismo papal en su favor.
Deseaban, y por ello se anticiparon a mentir, que Francisco no recibiera a Cristina, y mucho menos que lo hiciera antes que a cualquier otro mandatario.
Pero la realidad una vez más les ha caído como un balde de agua helada, y los ha puesto en el incomodísimo lugar de tener que diferenciar entre los hechos políticos y sus propios anhelos.
El propio Bergoglio, con su accionar, da un mensaje distante del lugar que los opositores pretenden asignarle, y muestra que su juego político es ahora otro, indefectiblemente distinto del que supo jugar cuando presidía la Conferencia Episcopal Argentina.