miércoles, 11 de diciembre de 2013

El entramado tras la extorsión policial.



Con la mayoría de las extorsiones de policías provinciales en baja y las resoluciones en alza, se empiezan a conocer mayores precisiones sobre el vínculo directo entre la maniobra sediciosa y los saqueos.
Zonas liberadas; instigación; e inclusive, participación directa de efectivos, son algunos de los datos que dan cuenta sobre lo que bien expuso la Presidenta, Cristina Fernández, ayer en su discurso al encabezar el acto por los 30 años de democracia: “No creo en las casualidades ni tampoco en que los hechos se producen por contagio. Algunas cosas que pasan en determinadas fechas y con determinados protagonistas son por planificación y ejecución con precisión quirúrgica”.
Al margen de quienes pudieran haberse sumado a los saqueos, las informaciones sobre el entramado que hizo a la situación caótica en gran parte del país, dan certezas de un modus operandi reiterado - algunos fiscales, por orden de la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, lo están investigando, en ruptura con la inacción judicial- que evidencia una planificación, y vuelve a poner sobre el tapete que en la práctica cotidiana, las policías actúan como gestionadoras y reguladores del delito, y no como fuerzas garantes de la seguridad.
La conexión entre miembros de estas fuerzas y bandas que se dedican a delinquir, hace a una suerte de regulación por rama del delito, que se maneja acorde al humor social, algo que implica connivencia y cierta protección a cambio de dividendos.
Desde luego, esto no es algo nuevo, pero en todo caso sí debe considerarse a la hora de encarar el debate sobre las formas en que los policías pueden reclamar por las condiciones laborales.
Otro aspecto no menor a poner en la balanza que guarda relación directa con la policía como gestionadora, es la conformación de su estructura en cuanto al reparto de roles y dividendos; algo en lo que el peso de la subordinación piramidal es obviamente determinante.
Entonces, pensar en la discución sobre lo que comúnmente se denomina sindicalización, implica pensar en todos estos aspectos que hacen al autogobierno policial, y que terminan transformando a una fuerza de seguridad en una mafia enquistada en el Estado, sea nacional o provincial.
Por ello, resulta urgente no plantear una discusión reducida, y antes, repensar una necesaria reestructuración policial que rompa con el autogobierno y su devenir mafioso.

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