Tarifazo macrista en los subtes.

Ayer por la tarde, se dio a conocer que el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, firmo un decreto por el cual el pasaje para viajar en los subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires, pasará de costar $ 1,10 a $ 2,50 a partir de mañana.

Un auténtico tarifazo, que representa un incremento superior al 125 % de la tarifa actual, y cuyo correlato con la realidad del servicio y del resto de los transportes públicos, es lisa y llanamente inexistente.

Es inexistente porque lejos están los subtes de tener un servicio que justifique este brutal aumento - la frecuencia con la que circulan las formaciones; la notable falta de higiene y seguridad; y la finitud de la propia red resultan muestras cabales de ello-, y porque el mismo aumento atenta contra la idea madre del transporte público, la de garantizar el acceso al transporte para el conjunto de la sociedad.

Desde luego, en el modelo pro de gestión pública todos estos datos resultan irrelevantes, pues el transporte público así como toda área del estado que no sea útil para garantizar negocios y negociados corporativos, no tiene importancia, o su importancia se reduce a la lógica mercantil del consto- beneficio.

Por ello realmente no puede llamar la atención la decisión de Macri quien supo esperar a enero, cuando gran parte de los porteños andan vacacionando, para hacerse cargo del servicio de subterráneos de la forma en la que él concibe que un Estado debe hacerlo.

Es la forma neoliberal para ponerle el nombre que le compete, esa que como dijimos, pasa todo lo que no sea garantizar la propiedad privada y la expansión descontrolada del mercado, por el tamiz del costo- beneficio en términos exclusivamente económicos.

A partir de ella, el transporte público no es una prioridad y lejos está de ser visto como un espacio indelegable de intervención estatal.

Por el contrario, la definición de no poner un solo peso para sostener una tarifa razonable que permita el acceso generalizado al viaje en subte siendo la CABA un distrito superavitario, viene a confirmar que la forma de intervención estatal en lo que a transporte público se refiere está en las antípodas de la idea de un Estado como reparador de inequidades.

Macri, o mejor dicho sus asesores que son los que tienen la capacidad para pergeñar, bien saben que al fin y al cabo, el problema para pagar el pasaje lo tendrán los que menos tienen y de igual forma, conocen que el 70 % de los usuarios de subtes residen en el conurbano bonaerense y utilizan el servicio con fines laborales.

No les importa, o mejor dicho, les importa como dato a tomar en cuenta según los parámetros de la lógica neoliberal con la que gobiernan la ciudad.

Compañero Ikal Samoa