Entre las cuestiones a las que se refirió ayer a la tarde
por cadena nacional, la Compañera Presidenta
de todos los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner, encontramos una central
en la lucha por una comunicación más democrática.
“Se necesita una ley de ética pública para el cuarto poder”,
afirmó Cristina tras haber desenmascarado el nexo contractual millonario e
inexplicable que tenía Repsol con la mujer de uno de los voceros del grupo Clarín,
y puso sobre el tapete una necesidad en materia de comunicación social; la de
conocer a que intereses responden los periodistas cuando le hablan a la
sociedad o un sector de ella.
“Necesitamos una ley de ética pública para el cuarto poder
en la Argentina,
para conocer simplemente si reciben
dinero de alguna empresa; que lo digan, o si tienen alguna intención política”,
profundizó la Presidenta,
y luego aclaró: “Creo que son los periodistas deberían formar un foro de ética,
ya que hay tantos formados para la libertad de expresión, y creo que tendría
que realizar un proyecto de ley y presentarlo ustedes, los periodistas. Yo no
pienso mover un dedo para escribir un ley”, dando cuenta de que el debate deben
darlo de cara a la sociedad, quienes tienen la responsabilidad de comunicar.
“Yo creo deberían reunirse para proponer, y lo digo por
ustedes mismos, porque los que más necesitan ser creíbles son ustedes”, interpeló
en el mismo sentido, antes de manifestar que “en algunos casos hay una mala
praxis profesional. No me refiero a los chicos y chicas que vienen con un
micrófono o un grabador corriendo y tratando de hacerme una nota, sino a
aquellos que ya son estrellas; todos sabemos a quienes me estoy refiriendo”.
Sin dudas, urge avanzar en una iniciativa de estas características
porque conocer a quienes responden los comunicadores, es vital para clarificar
que intencionalidad aplican a la hora de expresarse.
Es necesario visibilizar la trama de intereses que se oculta
tras slogans convenientes y vacíos como “la libertad de prensa”, cuando bien
sabemos que el concepto prensa está atravesado y dominado por intereses
particulares de grupos mediáticos.
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