El título expuesto en La Nación lo dice todo y da paso a
otra nota – una más y van…- que hace hincapié en algo que se viene observando:
Hay un clima creciente de definición electoral el domingo próximo y la
oposición, desde todas sus trincheras, muestra actos desesperados que van,
desde la urgencia por nombrar la palabra ballotage frase por medio, hasta volver
a la carga con el intento de instalación del supuesto fraude, pasando por las
peleas y los duros retos de la prensa opositora a quienes entienden sus
candidatos.
Los recientes spots de campaña de Sergio Massa y Mauricio Macri,
mendigando el voto, son otro ejemplo del estado de desesperación opositora que
el propio Diario Clarín puso en tapa ayer, en la misma línea de fustigación que
el diario mitrista hoy.
A ello se suma, como no podía ser de otra forma, una
nuevamente verborrágica Elisa Carrió que en medio de todas sus denuncias
disparatadas reintrodujo la idea del fraude; maniobra utilizada de manera
sistemática por toda la oposición durante todo el año electoral.
Difícil es evitar la lectura obvia sobre estos sucesos, que
lo que hacen es evidenciar a una oposición que se muestra incapaz de dar
certezas a partir del debate de proyectos políticos.
Es esa incapacidad, la que los lleva a una desesperación
propia del que, habiendo subestimado la situación – casi que creyéndose su
propio relato sobre una sociedad que supuestamente exigía un cambio total-,
ahora cae en una realidad que le es tan incomprensible como ajena a sus pretensiones
de validez.
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