La campaña ha ingresado en su recta final bajo un clima social
extraño, por no decir ajeno a la misma.
Ajeno porque la instalación de la elección, así como la de
sus candidatos y lo que aspiran a representar, está lejos de ser la de otras ocasiones,
y en este sentido, quedan expuestas las debilidades propias de la incapacidad
por conmover al electorado.
Esta incapacidad, que también da cuenta de la ausencia del
debate en profundidad; siempre difícil de dar en el marco de una campaña electoral,
sin embargo, no ha sido privativa de instalar de manera parcial, el eje de la
previsibilidad como acumulador de voluntades.
Un eje de discusión que, fomentado desde el Frente para la
Victoria, apunta a dar el debate desde una perspectiva de continuidad con garantía de gobernabilidad; algo que
fortalece a Daniel Scioli y muestra las debilidades de sus oponentes a escasos
nueve días de los comicios.
Es que, con el eje de la previsibilidad, Scioli viene
pudiendo demostrar lo que es y hacia donde apuntaría su presidencia, tanto
desde la gestión como desde sus anticipos diarios respecto del gabinete que
conformaría en caso de ganar la elección – entiéndase desde el punto de vista
de los años como gobernador que le sirven de plataforma para decir: La gente ya
me conoce, hasta los nombres para las distintas carteras que dan cuenta de la
idea de continuidad de un proyecto, aún con matices-; referencias a las que
Mauricio Macri y Sergio Massa, no pueden alcanzar – el primero por las propias
limitaciones que implica su fuerza política y haber gobernado un distrito como
la CABA, y el segundo porque por más nombres que tire al aire, le es imposible demostrar
capacidad de gestión-.
Si a ello sumamos que la gobernabilidad resulta central en
lo que hace a la previsibilidad, más en un contexto en el que no aparece nítidamente
instalada una voluntad de cambio, es claro que el candidato peronista aparece
como el único con capacidad para garantizarla, y a ello también apunta la
convocatoria de ya cuatro gobernadores actuales para ser parte de su gabinete.
Esto último no es casual, como tampoco lo viene siendo el
cambio de discurso opositor que cada vez intenta evitar más la durante tantos
años pretendida demonización de la idea de continuidad; dato que a su vez, se
presenta como una muestra de debilidad propia de quien tiene que actuar un
papel que no siente.
Previsibilidad y gobernabilidad entonces, aparecen como dos
conceptos frente a los cuales Scioli da testimonio mientras los opositores hacen
agua, y esto, de cara a unos comicios a los que se llega con la idea de continuidad cada vez menos cuestionada, puede ser la fortaleza que defina la elección en
favor del primero.
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