Mientras Daniel Scioli se reúne hoy con el Presidente de
Uruguay, Tabaré Vázquez, y con la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, como
parte de su agenda internacional de cara a la elección del 25, la oposición
sigue enfrascada en su laberinto de dimes y diretes.
Es que, a la fuerte campaña que había lanzado Mauricio Macri
en los recientes días apostando al voto útil opositor y como una forma de
romper con la constante opinión publicada respecto de su caída coincidente con
el repunte de Sergio Massa en las encuestas, este último respondió conminándolo
a un debate mano a mano; algo que, como era de esperar, fue desestimado por el
candidato de Cambiemos.
Si la imploración por un voto útil opositor mostraba a las
claras cierta desesperación macrista por la evidencia respecto que los números
no estarían cerrando, el llamado al mano a mano, pensado a sabiendas de la
negativa, devela impresiones similares del espacio del tigrense.
Siendo seis sobre doce, las encuestadoras que dan una
definición en primera vuelta mientras de las restantes sólo la mitad juega a
descartarlo, y más allá de eso, con un clima electoral de poca instalación
donde los pretendidos golpes mediáticos a las candidaturas del Frente para la
Victoria no están ni cerca de hacer daño, a escasos 12 días de los comicios, la
disconformidad opositora se visibiliza cada vez más.
Es lógico, no han podido romper la ecuación según la cual
caminan hacia una derrota; problemática que los desvela, mientras Daniel Scioli
continúa mostrándose como seguro presidente, y no deja pasar oportunidad para
sacar provecho de cada error no forzado de sus contrincantes.
A río revuelto, ganancia de pescadores, señala el dicho
popular.
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