Habló Sergio Massa ayer, de cara al ballotage, en
conferencia de prensa y rodeado de sus principales laderos.
Dijo lo que era esperable que dijera: Que los votos no son del
sino de los votantes – una obviedad que pretendió presentar como el
descubrimiento de la pólvora- y que no iba a apoyar a ningún candidato; esto
último, mientras nombro unas 726 veces la palabra cambio, de moda por estas
horas.
En síntesis y también como era previsible, Massa no pretende
jugársela por Macri abiertamente, pues tiene más para perder que ganar en caso
que este no triunfe el 22 de noviembre, pero si se encargó de dejar bien en
claro que él quiere que pierda Daniel Scioli; algo que comparte con algunos
dirigentes de su espacio pero no con todos – entre los que ya expresaron que
prefieren al candidato peronista se encuentran Horacio De Mendiguren, dirigente
de la UIA; Facundo Moyano; y el ex candidato a gobernador del massismo en Entre
Ríos, Adrian Fuertes-.
Tan previsible era la definición del tigrense como sus
motivos: Sacar al peronismo del gobierno como paso previo a tomar, con su aliado,
José Manuel de la Sota, las riendas del Partido Justicialista que él espera y
desea, en crisis, tras la pretendida derrota electoral.
Dicho esto, y como también se ha advertido, Daniel Scioli en
su táctica en pos de conmover a los votantes de Massa en la primera vuelta,
tendrá que evaluar las formas de conectar con ellos, para los que necesitará un
plus no sólo ligado a lo emocional – eso que hablábamos ayer que apunta a
mostrarse como un candidato humano; una persona como cualquier otra; un par cercano
a cada ciudadano en todas las zonas rurales y urbanas del país que tiene sus
mismas costumbres y que llega con la alegría del cambio hacia el futuro-, sino
también ligado a lo propositivo; algo que distinguió a Massa en su campaña.
En esto último, Scioli tiene todas las ventajas respecto de
su oponente porque ya viene realizando propuestas de cambio que de llevarse
adelante, se traducirán en hechos concretos que le mejoraran la vida diaria a
la gente; algo de lo cual Macri carece, pues su campaña hasta hoy sigue siendo
sacar el cepo cambiario el 11 de diciembre más la emoción y alegría de cambiar.
Pero como tiene esta ventaja, también tiene un gran desafío
en conmover, no sólo apuntando a la raíz peronista de muchos de quienes
eligieron la opción Massa, sino también apuntando a superar el enojo que una
parte de ese electorado, de clase media, tiene con el gobierno nacional; razón
fundante del Frente Renovador en 2013.
En este sentido, si uno lo piensa en términos de cercanía,
más allá de lo que haya dicho y puede volver a decir la dirigencia del Frente
Renovador, su electorado en la primera vuelta, está más cerca del candidato del
Frente para la Victoria que de Macri a priori; algo que desde luego, lejos está
de garantizar nada en lo absoluto.
Daniel Scioli ya ha hecho la cuenta y la explicitado al
decir ayer en declaraciones, que se necesita consolidar los votos obtenidos el
domingo pasado y sumar 2 millones más para ganar.
Para ello, tendrá que llegarle a una importante porción de
votantes del FR, pero también recuperar algunos votos perdidos en la PBA,
fundamentalmente, en la tercera sección electoral.
Allí, como en las provincias de Santa Fe y Córdoba – la primera
porque en las PASO ganó por poco y el domingo perdió por poco; eso al margen de
la posibilidad de ir en busca del voto socialista santafesino, mostrando que su
oponente es el adversario en común, y la segunda porque siendo una provincia en
la cual viene gobernando el peronismo desde hace dos décadas, aunque haya sido
un peronismo opositor en estos años, sigue teniendo una raíz común desde la
cual conmover a partir de una identidad y una historia -, tiene opciones
viables de mejorar la performance del domingo y alcanzar la cantidad de votos
que le permitan ganar la segunda vuelta.
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