Está de moda por estos, no casualmente sino más bien como
parte de la táctica electoral de opositores de todas las trincheras y colores,
hablar de la supuesta pesadísima herencia que deja el Gobierno Nacional y
Popular.
Así, los que llevaron al país al colapso multiplicando la
deuda externa de forma escandalosa al tiempo que vaciaron el Banco Central,
intentan instalar el verso sobre un BCRA sin dólares y un endeudamiento en
crecimiento.
Nada más alejado de una realidad que muestra a nuestro país,
no sólo con 4 veces más reservas que en 2003 – cabe destacar que durante estos
12 años el nivel de reservas siempre estuvo abismalmente por encima de lo que
se heredó de los gobiernos neoliberales previos-, sino también con un
desendeudamiento que constituye uno de los pilares centrales del kirchnerismo.
Cabe recordar que al asumir Néstor Kirchner, la deuda
representaba casi dos veces el PBI, mientras ahora, incluyendo el pago del día
de ayer sobre el cual también intentaron sembrar dudas que hoy ya aparecen
como constatadas mentiras opositoras, alcanza apenas un 40%, colocando a
nuestro país entre los que menos deuda tienen en el mundo.
Esto, gracias a una política de desendeudamiento que en 12
años, tiene en su palmarés, haber levantado todos y cada uno de los muertos
que nos dejó el default, así como los vergonzosos “Megacanje” y “Blindaje”, que
acordaron los economistas de Mauricio Macri cuando eran funcionarios de la Alianza, con
el FMI.
Este Gobierno además, le quito el yugo del Fondo al país al cancelar
íntegramente la deuda con ese organismo multilateral de usura; algo que en la
práctica permitió la recuperación de la soberanía en materia económica.
Aún con los nuevos bonos colocados, que han permitido al
Estado - también contra todo el cuento opositor respecto del supuesto
aislamiento argentino en su posibilidad de tomar deuda- obtener financiamiento
a las tasas que hoy se pagan en un mundo cuya economía atraviesa la crisis más
importante de su historia, la herencia de la deuda aparece como un problema
controlado que no termina siendo factor macroeconómico condicionante de las
políticas; entiéndase que no impide avanzar en el desarrollo nacional y tampoco
tiene factores del Poder Económico internacional detrás que tengan las armas
para fijar las políticas como si ocurría otrora.
Dicho esto, cabe destacar que la disputa con los Fondos
Buitre, crucial para la viabilidad de las reestructuraciones de deuda soberanas
a nivel mundial, últimamente viene mostrando certidumbres dados los fallos
favorables a nuestro país que cada vez más, evidencian el desaguisado jurídico
del Juez municipal de Nueva York, Thomas Griesa.
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