Desesperación, debe haber sido el concepto en el que más nos
hemos enfocado desde este humilde espacio, al hablar de la oposición en las
últimas semanas.
Parece ya una repetición continua, e inclusive, bien puede
cansar al lector, pero resulta muy difícil hace alusión a otros temas de la
campaña opositora, porque simplemente escasean.
Escasean en contraposición a lo abundante de sus nervios y
miedos, expuestos casi en un paso de comedia por estas últimas horas.
¿Cómo llamar a la burda, por no decir ridícula, operación
política que echo al ruedo Mauricio Macri en las últimas horas, por intermedio
de sus expertas en inventar denuncias judiciales: Patricia Bullrich y Laura
Alonso, sino?
¿Cómo definir este ejercicio tan aceitado de denunciar
cualquier cosa sin prueba alguna que acompañe, que en este caso, de tan obvia
que ha sido la maniobra, no logró sostenerse ni 48 horas?
Es efectivamente un paso de comedia; una puesta en escena
que bien sirve para explicar el concepto de patetismo, y que consistió en ir y
denunciar ante el Poder Judicial – sin una sola prueba; sin siquiera ratificar
esa denuncia al día siguiente; y a cuatro día de la elección-, el supuesto
espionaje ilegal a opositores y famosos por medio de la Agencia Federal de Inteligencia,
que estaría realizando el Gobierno.
Una maniobra tan grosera que ni siquiera da para ponerle el
mote de carpetazo, y que hoy temprano, a menos de 48 horas de su ejecución, se
empieza a caer a pedazos a partir de que el Juez Federal cuyo juzgado fue en el
que recayó la denuncia, Sebastián Cassanello, ya confirmó que no se adjuntó
documentación alguna que respalde la denuncia, y lo que es peor y ya
mencionamos: Ni Bullrich ni Alonso la ratificaron.
Dicho esto, bien cabe recordar que en este, que la oposición
sigue pretendiendo transformar en el país de la judicialización de todo, y como
en cualquier otro país del mundo, cada denuncia ridícula como a la que hoy
hacemos referencia, le cuesta recursos al Estado.
Recursos que se gastan de manera innecesaria por obra y
gracia de quienes luego te viene a hablar sobre las maravillas de ajustar y lo
terrible del déficit fiscal.
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