La muerte de Videla.

Falleció hoy por la mañana en el penal de Marcos Paz, uno de los más encumbrados genocidas: Jorge Rafael Videla. 
Su paso por estas tierras será recordado con la profunda repugnancia que merece su accionar como una de las cabezas del golpe cívico- militar del 24 de marzo de 1976, y como uno de los principales planificadores y ejecutores del terrorismo de Estado posterior.
Al enterarme de la noticia, debo ser sincero, mi sensación fue ambigua.
Por un lado lo lamenté, por los años de impunidad con los que contó para vivir en su departamento en Belgrano, y porque era mi deseo – como el de tantos otros- que tuviera una vida matuzalénica para poder pagar todos sus crímenes de lesa humanidad en la cárcel.
Por otro, sentí satisfacción porque aún con esos años impunes, murió habiendo sido juzgado y condenado por varios de sus actos terroristas, y el hecho ocurrió en un penal; lugar donde paso sus últimos años gracias a la fundamental lucha de nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y a este proceso histórico que vivimos, que ha puesto a nuestro país a la vanguardia de los Derechos Humanos en el mundo y que continúa avanzando para que ningún participe de la dictadura genocida, sea ex militar o civil, quede impune.
Los sentimientos encontrados, estimo son lógicos y no debo ser el único que los tiene en estos momentos. 
Más allá de ellos, lo cierto es que la muerte de Videla no termina significando una derrota para el pueblo como hubiera sido de ocurrir en la década pasada, y eso es algo invaluable.