En estos días asistimos a una agenda internacional signada por tres hechos que sobresalen y de los cuales vale la pena hacer referencia.
El primero, tuvo lugar el día domingo en Francia con la categórica victoria del Partido Socialista en la segunda vuelta legislativa; victoria que le permitirá al recientemente electo presidente François Hollande, contar con mayoría parlamentaria absoluta.
Los franceses, volvieron a darle un gran aval al gobierno socialista, que en la práctica se traduce en la certeza que este tendrá en contar con los números legislativos suficientes para llevar adelante su plan de gobierno.
El mensaje en las urnas resulta concreto a favor de un cambio que se traduzca en políticas que favorezcan la expansión económica y la recuperación de derechos propios del Estado de Bienestar.
El segundo hecho, también de carácter electoral y ocurrido el domingo, fue el contundente paso al abismo que dio Grecia con la victoria de la derechista Nueva Democracia.
La victoria conservadora, que se da en esta segunda elección del año consecuencia de la incapacidad para formar gobierno tras la elección original, indudablemente representa un respaldo a las políticas de ajuste y destrucción del país heleno por parte de un sector mayoritario de una sociedad permeable a la campaña del terror hecha desde adentro y desde la Unión Europea.
Con una ajustado triunfo, Nueva Democracia, que logró el 29,66% de los sufragios, relegó al segundo puesto a Syriza - partido que viene proponiendo un camino alternativo a las recetas ortodoxas neoliberales- quien obtuvo el 26,89%, y ya está trabajando en un acuerdo para formar un gobierno de coalición neoliberal con los socialistas (PASOK).
El tercer hecho esta transcurriendo y es la cumbre del G20 que se desarrolla en México, en la cual una vez más, se expresan dos visiones sobre la política y la economía global opuestas.
Es en el G20 como ámbito de debate, donde se ponen de manifiesto las diferencias entre la visión ortodoxa del libre mercado que defienden Estados Unidos y la Unión Europea, y la visión intervencionista que recupera el rol del Estado que pregonamos desde los países emergentes y China.
Lógicamente, la existencia de esta disputa entre quienes han consolidado un modelo inhumano a nivel mundial y quienes venimos avanzando con proyectos alternativos que han mejorado notablemente la calidad de vida de los habitantes, resulta ineludible a la hora de comprender la imposibilidad de consensuar documentos que aporten a la cooperación internacional en políticas estratégicas.
Por ello, no debemos esperar ni grandes anuncios ni acuerdos fundacionales, de un espacio que en la práctica, resulta una tribuna de debate en donde plantar una posición política.
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