Era evidente ayer pasadas las 15 horas, cuando Hugo Moyano
inició su discurso en Plaza de Mayo, que el paro nacional que había convocado
como líder de Camioneros y el cual ratificara posteriormente la cúpula de la CGT en pleno, era un fracaso
estrepitoso sin precedentes.
Seguramente por ello y por la escasa asistencia al acto – aproximadamente
unas 40.000 personas incluyendo el pobre apoyo de los trabajadores y todo el
tren fantasma de la izquierda y la derecha que lo acompañaron; algo
sorprendentemente bochornoso si damos cuenta que las expectativas de los
propios organizadores, eran de una participación cuanto menos, de un 200% mayor
a la lograda-, el titular de la
CGT empezó mintiéndole a los presentes al afirmar: “este es
un paro de camioneros, al que se adhirieron otros sindicatos para acompañar el
reclamo, que no vengan a decir mañana que fracasó el acto de la CGT”; lo que se dice abrir el
paraguas en un intento desesperado por no quedar en ridículo.
También por ello, habrá sido que su discurso fue un tanto
esquizofrénico y oscilante, entre ataques virulentos e injustificados, y frases
pretendientes de conciliaciones.
Sus palabras fueron, desde el comparar nuevamente al
Gobierno Nacional y Popular con una dictadura, hasta pedir dialogo argumentando
su mansedad.
Lo que sí, más allá de esas oscilaciones que dejaron al
descubierto una llamativa fragilidad retórica, Moyano termino poniendo sobre el
tapete la interna sindical, por no decir convirtió el acto en uno más en su campaña
reeleccionista.
Tras la floja exposición entorno a porque debería el
gobierno subir el mínimo no imponible, que incluyó datos y omisiones, ambos
convenientes, sobre los números de la economía personal del Compañero
Chazarreta, dio rienda suelta a sus intensiones de continuar como secretario
general de la CGT.
Ahora, si hay algo que dejo en claro la integralidad de la
jornada, fue que sus intensiones, tanto las que manifiesta abiertamente como
las que define ocultar, distan bastante de las intensiones de los trabajadores
quienes no lo han acompañado.
Las amenazas de medidas de fuerza que venía realizando se
concretaron con un fracaso rotundo y a esta altura, más de un gremio debe estar
dudando sobre su continuidad en un espacio moyanista que cada día que pasa, es
más pequeño y esta más aislado de las mayorías populares.
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