Ayer frente al Comité de Descolonización de las Naciones Unidas con sede en Nueva York, la Compañera Presidenta de todos los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner, expuso la postura argentina en el diferendo con Gran Bretaña, respecto de la soberanía de nuestras islas del Atlántico Sur.
Siendo la primera vez que un mandatario de alguno de los países miembros de la ONU, asiste a una reunión del Comité de Descolonización, Cristina manifestó que “lo único que pretendemos es dejar atrás esta historia de colonialismo anacrónico y construir una nueva historia en base al diálogo” porque “la Argentina está abierta a la negociación”.
“Detenernos en las Malvinas sólo como cuestión bilateral territorial de es achicar el caso, que es un desafío a nosotros mismos, a los organismos multilaterales, a los Gobiernos, para que sean capaces de superar los prejuicios, los clichés de lo que ya no es, que ya no volverá a ser, porque el mundo ha cambiado y hay nuevos protagonistas”, explicó la Presidenta, y agregó que el mundo actual “tiene muchos problemas porque los organismos multilaterales como las Naciones Unidas, y esto no es culpa de las Naciones Unidas, tienen diferentes estándares: si uno es miembro permanente del Consejo de Seguridad, puede respetar o no respetar una resolución de la ONU, pero si uno no es miembro de ese Consejo y si no respeta alguna resolución o viola los derechos humanos en países sin petróleo, no pasa nada porque sólo hay reclamos cuando esas violaciones se producen en naciones con petróleo”.
“El hecho de que el Reino Unido no respete la resolución de la ONU va más allá de una cuestión bilateral con la Argentina, afecta también al orden global, a la posibilidad de tener un mundo más justo, más equitativo , más igualitario, un mundo que está cambiando por lo que estimo que cuestiones como ésta – en referencia a Malvinas- van a ser resueltas más temprano que tarde porque es necesario recuperar no solamente la cordura, sino los instrumentos que nos permitan vivir en un orden civilizado en el que cada uno sepa a qué atenerse” aseveró.
La Compañera también cuestionó la actitud del Primer Ministro británico quién hizo izar la bandera colonial de Malvinas en su residencia en Londres, y dijo que sintió “vergüenza porque las guerras no se festejan ni se conmemoran”.
A su vez, destacó que los argentinos “sólo integramos misiones militares de paz en todo el mundo: no nos van a encontrar en Irak ni en Afganistán, y si de referéndum se trata, por qué no van también a esos dos países a ver qué piensan de lo que están haciendo”.
Respecto del renovado llamado a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones, Cristina recordó los documentos secretos firmados en 1974, entre el entonces Presidente Juan Domingo Perón y el gobierno británico, en los que el representante inglés, el embajador James Hutton, y el canciller argentino, Alberto Vignes, estaban encaminados a concretar un acuerdo para un condominio de las islas compartido por ambas naciones.
Sobre esa negociación, la Jefa de Estado explicó que “implicaba por parte del Reino Unido el reconocimiento de que hay una cuestión litigiosa en materia de soberanía, porque si no, por qué razón el Gobierno del Reino Unido, a través de su embajador, envía secretamente este papel al canciller Vignes para ser tratado por Perón, y Perón lo contesta”.
El discurso de Cristina fue de gran abordaje respecto de lo que implica Malvinas tanto para el país y la región, como para la comunidad internacional en sí.
Evidenció, una vez más, los standards disímiles con los que se miden las acciones de los países, y bajo los que se exige el cumplimiento de tratados y normativas internacionales vigentes.
En este sentido, volvió a poner de manifiesto que la ONU debe lograr que sus resoluciones sean de cumplimiento obligatorio para todos sus miembros, y que en esta cuestión debe avanzarse en un mundo que viene cambiando vertiginosamente.
La Presidenta volvió a exponer con sólidos argumentos la posición argentina, y Gran Bretaña, cada vez encuentra más aislamiento producto de su posición ilegitima, a esta altura, casi sostenida por su capacidad armamentista.
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