La desesperación por el notable avance en las encuestas que
muestra el candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria en Provincia de
Buenos Aires, Martín Insaurralde, ha llevado al opositor Sergio Massa a utilizar
un asalto que habría sufrido su casa hace 16 días.
Un tanto torpe a priori, considerando el tiempo transcurrido y la inevitable pregunta del millón: ¿Por qué no lo contó en el momento en que ocurrió?
La respuesta parece sencilla: No lo hizo porque el se erige como un adalid de la seguridad e intenta instalar la idea de que Tigre viene a ser un municipio primer mundista – la Miami argentina, le suelen decir los massistas, más por un anhelo cipayo que por lo que realmente es-.
Entonces, un asalto a su residencia en el exclusivísimo barrio privado Isla del sol, no parece ser buena publicidad para alguien que pretende instalar que el país está anclado en el Far West mientras Tigre es Canadá.
Dicho esto, evidentemente el equipo de publicistas que le manejan la campaña al jefe del Frente Renovador, consideró que aún pagando el costo de las sospechas y las certezas sobre la maniobra basada en el supuesto hecho, su comunicación puede rendir dividendos desde la idea de instalar el miedo sobre la relación entre lo que dicen que ocurrió y la candidatura del intendente.
La jugada esta pensada al punto tal de encontrarnos con un Massa negando públicamente creer que esto tenga que ver con su postulación aunque diciendo cosas como: “si creyeron que nos iban a asustar, se equivocaron”, mientras su esposa, Malena Galmarini, riega declaraciones mediáticas en el sentido contrario: “Esto no es un hecho de inseguridad”.
La instalación del miedo como publicidad, a fin de inventar una referencia de valentía propia ante supuestas prácticas seudo- mafiosas.
Toda una puesta en escena que pretende esconder el miedo por la creciente merma en la intención de voto propia, que contrasta con el constante crecimiento de en la de Martín Insaurralde según todas las encuestadoras.
Un tanto torpe a priori, considerando el tiempo transcurrido y la inevitable pregunta del millón: ¿Por qué no lo contó en el momento en que ocurrió?
La respuesta parece sencilla: No lo hizo porque el se erige como un adalid de la seguridad e intenta instalar la idea de que Tigre viene a ser un municipio primer mundista – la Miami argentina, le suelen decir los massistas, más por un anhelo cipayo que por lo que realmente es-.
Entonces, un asalto a su residencia en el exclusivísimo barrio privado Isla del sol, no parece ser buena publicidad para alguien que pretende instalar que el país está anclado en el Far West mientras Tigre es Canadá.
Dicho esto, evidentemente el equipo de publicistas que le manejan la campaña al jefe del Frente Renovador, consideró que aún pagando el costo de las sospechas y las certezas sobre la maniobra basada en el supuesto hecho, su comunicación puede rendir dividendos desde la idea de instalar el miedo sobre la relación entre lo que dicen que ocurrió y la candidatura del intendente.
La jugada esta pensada al punto tal de encontrarnos con un Massa negando públicamente creer que esto tenga que ver con su postulación aunque diciendo cosas como: “si creyeron que nos iban a asustar, se equivocaron”, mientras su esposa, Malena Galmarini, riega declaraciones mediáticas en el sentido contrario: “Esto no es un hecho de inseguridad”.
La instalación del miedo como publicidad, a fin de inventar una referencia de valentía propia ante supuestas prácticas seudo- mafiosas.
Toda una puesta en escena que pretende esconder el miedo por la creciente merma en la intención de voto propia, que contrasta con el constante crecimiento de en la de Martín Insaurralde según todas las encuestadoras.
1 comentario:
Que pedazo de marmota.
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