Adelantándose al 27 de octubre, casi deglutiendo las
mentiras que crean sus jefes del poder económico y ellos reproducen, son varios
los opositores institucionales que han salido por estas horas, a agitar la
fantasía de presidir la Cámara
de Diputados.
Como en el 2009, pero por adelantado y sin los números sobre
la mesa, la oposición vuelve a las amenazas irracionales que lejos están de su
discurso democrático institucional diario.
Vuelve con ese atentado a las instituciones, el de pretender
quedarse con la presidencia de la cámara baja cuando la misma es potestad de la
primer minoría, y lo hace cínicamente en nombre del dialogo.
Hoy mismo, el intendente de la CABA, Mauricio Macri, expresó
“no me parece mal que la Cámara
de diputados quede en manos de la oposición. Eso obliga al Gobierno al diálogo,
es una forma lógica de ejercer la mayoría democrática”, articulando una serie
de falacias que bordean la ridiculez: Primero, no se sabe a que mayoría se
refiere, pues la oposición no es un grupo homogéneo, ni siquiera constituyen una
alianza electoral que los abarque a todos; segundo, no poseen, a la fecha, mayoría
en diputados y no parece modificase el panorama tras la legislativa; tercero,
Macri oculta que este tipo de intentos ya fracasaron en 2009 y son fieles
ejemplos de la vocación destituyente opositora; cuarto, tanto el, como el resto
de la oposición habla de dialogar pero cuando tuvieron que demostrar en hechos
a que denominan dialogo, los argentinos nos quedamos sin ley de presupuesto y con un parlamento paralizado.
Agitan fantasmas sobre porque juegan a la desestabilización.
Agitan fantasmas porque siguen arrodillados ante los grupos económicos
que siempre vivieron a costa de todos los argentinos.
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