Se conoció hace unos días, el acuerdo entre la petrolera
estatal YPF y la multinacional con origen estadounidense, Chevron, para desarrollar
los yacimientos de petróleo y gas situados en Vaca Muerta, Neuquén.
Con una inversión inicial de 1.240 millones de dólares hasta
2017 por parte de la petrolera extranjera y 260 millones por parte de YPF, el
emprendimiento implica la perforación de 1.500 pozos a fin de producir 500 mil
barriles de petróleo y 3 millones de m3 diarios,
en un lugar que se estima, tiene una reserva de 927 millones de barriles en
ambos recursos no renovables.
A su vez y como parte del acuerdo, Chevron aportará la
tecnología y el conocimiento, y deberá formar a los técnicos de nuestra
petrolera.
Como contrapartida por la inversión y el desarrollo, se le permitirá
exportar el 20 por ciento de la producción sin tener que pagar retenciones, y
podrá girar utilidades recién después del quinto año de operaciones con lo que,
durante los primeros años, deberá reinvertir el capital obtenido.
Sin mayor misterio, el acuerdo se presenta como una gran
oportunidad para YPF y el país porque la explotación de Vaca Muerta, hará que
en pocos años, recuperemos el autoabastecimiento energético, así como permitirá
formar a nuestros técnicos en las actuales metodologías de extracción.
Explotar yacimientos de estas característicos, necesariamente implica la
participación de empresas que tengan la capacidad y la tecnología – ninguna de
ellas escapa a la condición de multinacional petrolera-, y por ello, la clave
estará en controlar que se cumplan los términos del acuerdo en pos de continuar
avanzando en el camino de la soberanía energética.
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