Austria volvió a confirmar ayer que la igualdad entre
naciones es un espejismo, al secuestrar por 14 horas, al presidente de Bolivia,
Evo Morales.
El hecho gravísimo, ocurrió con un pretexto que lo agrava, una requisa
ilegal del avión presidencial a pedido de Estados Unidos, buscando si allí se hallaba
el denominado topo de la CIA
– quién reveló documentos clasificados de esta agencia y de la NSA-, Edward Snowden.
No hay legalidad internacional alguna, que habilite la
retención de un mandatario o su avión - la circulación oficial posee inmunidad
absoluta por derecho consuetudinario, ratificado por convención en 2004 y en el
Tribunal de La Haya- otro país.
Lo hecho por Austria es una vergüenza en materia de
relaciones internacionales, y da cuenta que hasta en lo más elemental,
la igualdad en el trato entre las naciones, es pisoteado cuando están en juego los
intereses del imperialismo norteamericano.
A su vez, pone en evidencia el grado de sometimiento que
tienen los países a los cuales el imperio denomina, casi jocosamente, aliados.
Pese a la crisis hegemónica por la que atraviesa Estados
Unidos, continúa manejándose con total impunidad con la inestimable
colaboración de países como Austria.
Aún cuando la ilegitimidad de su rol en el mundo sigue in creyendo,
no cesa su postura de gendarme mundial, y no cesa también en parte, porque la
hegemonía, en términos gramscianos, se construye por consenso y coerción.
Cuando el consenso está más débil, se apuntala con la coerción
En las próximas horas, está convocada una reunión de la UNASUR para tratar lo
ocurrido mientras se espera el regreso de Evo Morales a la Paz.
Urge un repudio generalizado y la toma de medidas respecto al
comportamiento de Austria y de la Unión
Europea en su conjunto, quienes no han movido un dedo para
impedir el atropello de uno de sus miembros.
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