Pasadas las 17 horas de ayer, Barrionuevo; Moyano; y
Micheli, salieron a dar una conferencia de prensa celebrando su gran logro: La
consigna se había cumplido; habían podido garantizar que no hubiera medios de
transporte públicos en la megalópolis AMBA y algunos otros centros urbanos del
país, cortesía de dos ausentes en esa mesa – Roberto Fernández (UTA) y Omar
Marturano (La Fraternidad).
Era la forma de cumplir la promesa de paralización de actividades,
algo a lo que ayudaron con los más de 50 piquetes que sitiaron principalmente a
la CABA, cortesía de ese eterno furgón de cola de toda práctica opositora; la
izquierda.
Sin posibilidades de llegar a sus trabajos por ausencia de
trenes; subtes; y colectivos, y con el condimento especial del amedrentamiento
que generan los piquetes – astuto aunque evidente fue el ataque de
manifestantes a la gendarmería en Panamericana cuando aún no amanecía a fin de sumar al enrarecimiento del clima en el AMBA-, los trabajadores, en su
enorme mayoría, se vieron imposibilitados de realizar sus actividades habituales,
y si se quisiera, tampoco pudieron elegir si querían o no ser parte del paro
opositor.
De los hechos se desprende entonces que: La contundencia de
la medida de fuerza resulta en el mejor de los casos imposible de medir, algo
opuesto a las cuantificables maniobras de amedrentamiento entre las que se
incluyen, desde amenazas a locales comerciales abiertos, hasta agresiones a
taxistas como las que se registraron en Mar del Plata – cabe destacar el
sabotaje perpetrado por la UTA y la concesionaria Metrovías que permitió el
no funcionamiento de todas las líneas de subtes y el premetro-.
Y afirmo en el mejor de los casos, porque aunque los jefes
gremiales opositores hayan salido a publicitar el supuesto éxito del paro –
éxito en el que no deben creer tanto porque de ser así, hubieran convocado a
una movilización con acto como en todos los paros de la historia, y evidentemente,
les pudo más el miedo a quedar ridiculizados ante la escases de participación-,
la realidad es que la enorme mayoría de los gremios, entre ellos todos los que
tienen más afiliados, no adhirieron y sus representados se vieron
imposibilitados de acceder a su ámbito laboral.
1 comentario:
El que midió bien la concurrencia fue Diego Tirelli en su blog:
"Pararon un millón de trabajadores", dijeron Plaini y Schmidt. El 10% de la fuerza laboral del país. Un papelón, que muestra que si colectivos y trenes hubieran funcionado, nadie se hubiera enterado que había un paro en el país"
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