Hoy quiero hablar sobre nuestros pibes caídos en Malvinas en
esa guerra tan injusta como irracional; sobre los que pudieron volver y debieron
soportar el ninguneo político y social más de 20 años; sobre los que se
suicidaron por la ausencia del Estado y la sociedad; sobre la soberanía
argentina en las Islas del Atlántico Sur; sobre nuestro reclamo inclaudicable.
Quiero pensar a esas tantas familias que hoy sufren la ausencia
de la pérdida de un hijo; un padre; un hermano, que fueron a dar la vida por la
Patria.
Quiero recordar a todos nuestros soldados, que debieron
sufrir los horrores de la guerra y los vejámenes de la dictadura cívico-
militar.
Quiero conmemorar sus vidas, las que dieron con valor y
heroísmo, aun cuando la guerra de 1982 fue pensada por los genocidas a fin de
perpetuarse en el gobierno.
Quiero tenerlos tan presentes como a la certeza de la
soberanía que nuestro país tiene sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sandwich del Sur, ejercida en cada participación; en cada acción pacífica donde
hacemos sentir nuestro reclamo irrenunciable.
Estas líneas son para ellos, para los que no pudieron volver;
para los que regresaron y ya no están; y para los que hoy podemos homenajear en
vida, porque ellos son los abanderados fundamentales, de la soberanía sobre
nuestras islas en el Atlántico Sur.
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