Entre el pataleo y el humo de Estados Unidos y la Unión
Europea, y la realidad en Crimea, hay un largo trecho, y así lo están
confirmando, no sólo el aplastante referéndum – 96,77% de los votantes se
pronunciaron a favor de ser parte de Rusia- donde el pueblo de la península eligió
su futuro, sino también los cambios que vienen dándose en ella.
En este sentido, el Ministro ruso de Defensa, Serguéi
Shoigu, señaló que las declaraciones de los golpistas que hoy gobiernan en Kiev
– recuérdese el golpe de Estado en Ucrania de fines de enero-, sobre el
supuesto “trato vejatorio a los militares ucranianos” en Crimea son “provocadoras”
y están muy lejos de la realidad.
En efecto, Shoigu explicó: “En estos momento estamos
traspasando a la parte ucraniana el armamento y equipos militares”, y destacó
que “sólo 4.000 de los casi 19.000 militares ucranianos en Crimea manifestaron
su deseo de ser replegados para continuar al servicio de las FFAA ucranianas”.
“Casi el 80 por ciento de los militares ucranianos
emplazados en la península quieren ser parte de las FFAA rusas o abandonaron
las filas de las FFAA de Ucrania en este tiempo”, afirmó, y agregó que “al día
de hoy, más de 8.000 (soldados ucraniaos) entregaron los documentos para
tramitar el pasaporte ruso”.
La legitimidad de todo el proceso, pone en evidencia que los
objetivos geopolíticos de la OTAN; la UE; y EEUU, ajenos al interés del pueblo
de Crimea, no han logrado el consenso necesario para presionar sobre un Estado
con las espaldas que posee Rusia, y hasta Ucrania, más allá de las declaraciones para la tribuna, ha iniciado un proceso de
negociación a fin de recuperar su armamento militar, algo a lo que el presidente
ruso, Vladimir Putin, ya ha accedido.
Quizás el pataleo y el humo para la propaganda
comunicacional no cesen, pero lo cierto, es que en Crimea la transición se
desarrolla con la tranquilidad y la celeridad propia de un proceso donde el
pueblo es protagonista.
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