Córdoba vive desde ayer, la etapa más crítica de un
conflicto que viene de hace tiempo.
El acuartelamiento de la policía provincial, es el corolario
de una gestión política – la cordobesista- a medida del autogobierno de una
fuerza ligada, por no decir participe, del narcotráfico en la provincia
mediterránea.
A ello, deben sumarse los reclamos gremiales, entre los que
se destaca el salarial, que tendrían ahora un acuerdo, tras el ofrecimiento de un
básico de $8.000 por parte del gobernador José Manuel de la Sota.
Ahora bien, hubiérase podido evitar la medida tomada por la
policía si se atendía el reclamo que viene de hace tiempo, y también, si la
definición en materia de gestión, no fuera la de acentuar este autogobierno que
legitima internamente de manera alarmante, la potestad de la propia fuerza para
actuar.
Porque aún conviniendo sobre la legitimidad del reclamo, es
claro que una medida como esta no puede prosperar si de una fuerza de seguridad
hablamos, por ser esta ejecutora del monopolio de la fuerza por parte de un
Estado, en este caso, provincial.
Desde luego, queda pendiente un profundo debate sobre la
sindicalización de los miembros de las fuerzas de seguridad, pero hasta tanto
no este zanjado, resulta de gravedad institucional cualquier movimiento del
tipo del que realiza la policía cordobesa.
Dicho esto, cabe destacar que la consecuencia lógica del acuartelamiento
en una sociedad con desigualdades es la que se viene observando desde ayer, con
robos y saqueos, aunque a priori y más si consideramos la época del año en la
que estamos y su historial, no se puede descartar que los hechos producidos,
fundamentalmente algunas zonas de Córdoba Capital y alrededores, no tengan un
entramado más complejo detrás.
Párrafo aparte merece el lamentable accionar del gobernador
cordobés, quien arribó a su provincia en la madrugada de hoy procedente de Panamá,
y no inocentemente salió con declaraciones para la tribuna de Twitter.
En los hechos, recién a las 8 de la mañana solicitó ayuda formal al Gobierno
Nacional, que de inmediato puso en marcha el envío de 2.000 gendarmes para
colaborar en la contención de la situación social.
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